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Actualizado: 6 de junio de 2025
El constante ejercicio de las armas y las penalidades de su pasada vida de soldado lo habían conservado vigoroso y activo como siempre; era delgado de rostro, de color moreno y llevaba el retorcido bigote y larga perilla que por entonces estaban en boga entre los caballeros del ejército.
De allí a poco comenzaron a entrar por diversas partes de la enramada muchas y diferentes danzas, entre las cuales venía una de espadas, de hasta veinte y cuatro zagales de gallardo parecer y brío, todos vestidos de delgado y blanquísimo lienzo, con sus paños de tocar, labrados de varias colores de fina seda; y al que los guiaba, que era un ligero mancebo, preguntó uno de los de las yeguas si se había herido alguno de los danzantes.
Las obras poéticas que salieron de José Pinto Delgado son escelentes, i merecen ser tenidas en alto concepto i grande estimacion por los aficionados al estudio de las buenas letras. Sirvan de muestra las siguientes quintillas que forman una parte de las Lamentaciones del profeta Jeremías,
Es cierto respondió el Capitán . Primero examinan su cuerpo para asegurarse de la belleza de la concha, y practicándole una incisión junto a la cola ven la calidad y cantidad de aceite que puede producir. Si es escasa o de inferior calidad y además el animal está delgado, vuelven a darle libertad para que engorde. ¿Y si, estando delgadas, tienen la concha hermosa?
Godofredo tenía numerosos amigos en el clero de Madrid, alto y bajo. Era el niño mimado de las sacristías. Pero con quien mantenía amistad más estrecha era con cierto presbítero pálido, delgado, huesudo y miope llamado don Jeremías Laguardia.
Al poco rato se presentó en la sala un muchacho alto y delgado. Díme, Juan, ¿te conocen en la Segada? No lo creo, señorito, porque como usted sabe, hace pocos días que he llegado de Castilla. Pues entonces te voy á confiar un encargo muy delicado. Toma esta carta. Inmediatamente corres á la Segada, llamas en el palacio y dices que la entreguen al señor conde.
Allí contempló otro rostro, el de un hombre ya entrado en años, pálido, delgado, con fisonomía de quien se ha dedicado al estudio, ojos turbios y fatigados por la lámpara á cuya luz leyó tanto ponderoso volumen y meditó sobre ellos. Sin embargo, esos mismos fatigados ojos tenían un poder extraño y penetrante cuando el que los poseía deseaba leer en las conciencias humanas.
En la ocasión en que aparece en el despacho del marqués, aún no había cumplido el medio siglo. Era delgado, de mediana estatura, de ojos pequeños y alegres, ligeramente moreno, de cara larga y algo afilada, no mucha frente, y corto y espeso el pelo gris de su cabeza. Vestía un traje obscuro, muy modesto y muy limpio, y tenía toda la barba afeitada.
Además, la aterraban demasiado: no pocas veces le habían quitado el sueño, y hasta en algunas ocasiones pidió a Genoveva que se acostase a su lado porque se moría de miedo. Después de haber agotado la librería de don Serapio, pidió a una de las señoritas de Delgado que le abriese la suya, que tenía fama de hallarse ricamente abastecida.
Apartámonos; y una noche, para confirmarlas más en mi riqueza, cerréme en mi aposento, que estaba dividido del suyo con sólo un tabique muy delgado, y sacando cincuenta escudos estuve contándolos en la mesa tantas veces que oyeron contar seis mil escudos. Fue esto de verme con tanto dinero de contado, para ellas, todo lo que yo podía desear, porque dieron en desvelarse para regalarme y servirme.
Palabra del Dia
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