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Actualizado: 6 de junio de 2025
Allí está el novio, ese joven delgado, moreno, de andar lento que las sigue y que saluda con aire protector á los tres amigos que se ríen de él... es un mártir de sus ideas, de su consecuencia. El novato se sintió lleno de admiracion y respeto hácia el joven.
El mismo, en una explicación que con ella tuvo, la había amedrentado para arrancarle la firma. Además le veía cada día más delgado y más sombrío. Pero aunque se preocupaba un instante de estas cosas, el tren complicado de su vida de mujer elegante, ayudado por el deseo de no pensar en asuntos enfadosos, se las apartaban pronto de la memoria.
En aquel momento se levantó un miembro del Jurado, un viejo delgado, huesudo, con una larga levita negra, y se dirigió al presidente: ¿Quiere usted permitirme una pregunta?... Karaulova, ¿hace mucho tiempo que es usted prostituta? Ocho años. ¿Y qué hacía usted antes? Era criada. Y, naturalmente, quien la puso a usted en el mal camino fue su amo... ¿O su hijo quizá? No, el amo mismo.
Lo extraño era que el Sr. de Ponte Delgado, con tener tres veces lo menos la edad de Obdulia, casi la superaba en poder imaginativo, pues en la declinación de la vida, se renovaban en él los aleteos de la infancia. D. Frasquito era lo que vulgarmente se llama un alma de Dios.
Como hemos dicho, don Fabricio era extremadamente delgado, y decidió intentar pasar el cuerpo por aquella parte de la reja, en que los barrotes eran más esbeltos y, por consiguiente había mayor espacio entre ellos. A la madrugada siguiente, enorme concurso de curiosos se aglomeraba a la entrada del palacio.
Después de algunas apreturas, María y Genoveva consiguieron verse en el pórtico y emprendieron el camino hacia casa. Mas la señorita de Elorza volvía con frecuencia la cabeza. Un caballero anciano, alto, delgado, pálido, con perilla y grandes bigotes blancos, vestido de negro de pies a cabeza, las seguía a larga distancia.
El otro era un caballero de mediana estatura y edad, delgado, pálido, ojos hermosos, de mirar suave y humilde, cara rasurada enteramente, a semejanza de los clérigos y comediantes; frente espaciosa, aumentada por una calva brillante, y modales tímidos.
En la duda, preferí guardar silencio, hasta que algo más tranquila la Princesa, me dijo: ¿Sabes Rodolfo, que te encuentro hoy algo cambiado? No era extraño, pero la pregunta era algo inquietante. Me pareces continuó más grave y serio, hasta pensativo, y casi estoy por decir también que más delgado. ¿Será posible que tú, con tu carácter, hayas empezado a tomar la vida en serio?
En el grupo juvenil donde la sensible señorita de Delgado figuraba, contra los deseos vehementemente expresados de Rosarito, que aseguraba sobre su honrada palabra que la citada señorita la había tenido a ella en brazos muchas veces, y que cuando iba a confesarse siendo niña, y la señorita de Delgado se hallaba en casa, le besaba la mano como a una persona mayor, se empezó a discutir con extraordinario fuego acerca de la música.
Es medianamente alto, delgado, de ojos pequeños e inquietos, y un poco desgalichado: su rostro ofrece el sello de meditación y tristeza que comunica una vida consagrada casi por entero al estudio de los arduos problemas de la Filosofía.
Palabra del Dia
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