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Actualizado: 23 de junio de 2025
Pero no; tiene una figura demasiado elegante; sus zapatos son demasiado delicados, su delantal demasiado lujoso, y el pañuelo blanco que le cubre de un modo tan pintoresco es de tela demasiado fina para una criada. ¡Si no ocultase tanto el rostro!
Compraré una; miraré bien esta para tomarle bien las medidas». Estaba Maximiliano con la hucha en la mano mirándola por arriba y por abajo, como si la fuera a retratar, cuando se abrió la puerta y entró una chiquilla como de doce años, delgada y espigadita, los brazos arremangados, muy atusada de flequillo y sortijillas, con un delantal que le llegaba a los pies.
Empezó luego a registrar los pliegues de su blusa entre extrañas contorsiones y muecas. Después de algunos momentos, sacó de Dios sabe dónde un delantal de niña, que colocó sobre el cesto, diciendo: Olvidar una pieza lavadero. Y comenzó de nuevo su registro. Por último, el éxito coronó al parecer sus esfuerzos; sacó de su oreja derecha un pedazo de papel de seda pacientemente arrollado.
Así como me ves, tan alegre, tan satisfecha de vivir, a ratos se me clava aquí en la frente el recuerdo de esa infeliz, y como mal y duermo peor, pensando que una criatura que al fin lleva mi sangre va perdida por el mundo, sirviendo de juguete a los hombres, sin que nadie la ampare, como si estuviera sola, como si no tuviese familia. La señora Tomasa se pasó por los ojos la punta del delantal.
Ayúdeme usted, no tenga usted mal genio le dijo Martín a la muchacha tomándole la mano y dándole un duro . Me juego la vida en esto. La muchacha guardó el duro en el delantal, y ella misma sacó dos caballos de la cuadra y fué con ellos cantando alegremente: La Virgen del Puy de Estella le dijo a la del Pilar: Si tú eres aragonesa yo soy navarra y con sal.
Pero, cosa de un mes antes, había realizado uno de sus caprichos, comprando con las economías, en otro tiempo destinadas a salvar a la Asamblea, un par de pendientes largos de oro bajo, que eran su orgullo: quitóselos sin vacilar, y los echó en el delantal de la maestra.
Una vieja, delgada de rostro, y enorme de cuerpo por los pañuelos que llevaba arrollados al busto y los innumerables zagalejos de su faldamenta, vigilaba el hervor de un puchero, con las manos cruzadas sobre el delantal de arpillera, mirándose con ojos bizcos los cuernos del pañuelo rojo arrollado á la cabeza.
Casado Felipe IV en 1649 con doña Mariana de Austria, mucho más joven que él y sobrina suya, nació en 1657 el Príncipe Felipe Próspero, a quien, teniendo al parecer dos años, retrató Velázquez. Le colocó en pie, con traje rojo claro adornado de plata, valona lisa, mangas de gasa y delantal blanco, sobre el cual destacan pendientes de la cintura con cordones una campanilla y otros dos juguetitos.
Hallábase la familia vagando por la casa y por el portal, sin hablar una palabra y tropezando unos con otros, asomándose a los esquinales, mirando por aquí y escuchando hacia allá, y volviéndose adentro y tornando a salir. Tenía los ojos Tanasia como puños, de tanto llorar; y en cuanto me vio a mí se llevó el delantal a ellos; y tal fue su desconsuelo, que parecía echar el alma en cada sollozo.
¿Tú crees? dije, divertida por los terrores de la buena anciana, cuyo principal título de gloria después del derecho de vestirse de blanco es el haberme recibido en su delantal el día de mi entrada en este valle de lágrimas. Celestina deduce de este alto hecho el derecho de reprenderme en todas las circunstancias notables, y no se priva de ejercerlo.
Palabra del Dia
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