Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 23 de julio de 2025


De pronto, ve un hulano que avanza cantando por el camino; lleva la gorra de cuartel echada atrás y sus espuelas resuenan. El panadero siente palpitar su corazón de reservista bajo su delantal blanco; se quita la pipa de la boca y, haciendo una bocina con la mano, exclama: ¡Juan! ¡Es Juan, no hay duda!... ¡Eh! ¡Camarada! Y caen uno en brazos de otro.

Y el Dotor pisaba la orilla seca, desnudo y serenamente impúdico como un dios, dando la mano á los hombres, mientras chillaban las mujeres llevándose el delantal á un solo ojo, espantadas y admiradas á la vez de su monstruosidad colgante que esparcía á cada paso una rociada de gotas.

En cuatro hileras están en el centro las máquinas mayores. De un horno rojo les viene la fuerza. Viene por correas, que no se ven de lo ligeras que andan. De cuatro filas de postes cuelgan las ruedas de las correas. Alrededor, unidas, están todas las máquinas del mundo, las que hacen polvo de acero, las que afilan las agujas. Unas mujeres de delantal colorado trabajan el papel holandés.

Volvió a gemir, a llevarse el delantal a los ojos, pero sin moverse, sin acceder a las súplicas de su nieto. ¡Desgraciado! murmuraba . ¡Eres muy desgraciado!... Y toda la culpa la tuvo tu madre, por su empeño en huir del barrio... ¡Cuánto mejor hubiese sido para todos seguir en el oficio!

Piedad le llevó al cocinero una dalia roja, y se la prendió en el pecho del delantal: y a la lavandera le hizo una corona de claveles: y a la criada le llenó los bolsillos de flores de naranjo, y le puso en el pelo una flor, con sus dos hojas verdes.

En la casa hay algo, porque los pájaros se ponen así cuando el cocinero anda por la cocina saliendo y entrando, con el delantal volándole por las piernas, y la olla de plata en las dos manos, oliendo a leche quemada y a vino dulce.

Ella volvió a humillar los ojos, cogiendo en su turbación una punta del delantal y subiéndola hasta su pecho... No sabía. Su voz ceceaba infantilmente a impulsos de un avergonzado aturdimiento. No tenía ganas de casarse. Ni el Cantó, ni el Ferrer, ni nadie. Había aceptado el cortejo porque todas las muchachas hacían lo mismo al llegar a cierta edad.

Juanita, impulsada irresistiblemente por la idea rara que había concebido, apartó con gran rapidez el pañolillo, que llevaba al pecho, prendido con alfileres, sacó sus tijeras del bolsillo del delantal y se desabrochó dos o tres corchetes del vestido. Don Paco, siempre de hinojos, la contemplaba embelesado y curioso.

«Señora le dijo la niña con voz dulce y tímida, pronunciando con la más pura corrección , ¿ha visto usted mi delantal?». Cogiendo por los bordes el delantal, que era de cretona azul, recién planchado y sin una mota, lo mostraba a la señorita. «... ya lo veo dijo ésta admirada de tanta gracia y coquetería . Estás muy guapa y el delantal es... magnífico».

Todo en ella flota y se agita: sus faldas, las cintas de su delantal, el pañuelo que rodea su cuello, la masa en desorden de sus rebeldes bucles. Permanece así un instante, inmóvil, como fascinado, siguiéndola con los ojos; después menea la cabeza y se dirige hacia el emparrado. La primera cosa que le llama la atención es una mesita sobre la cual se ve una canastilla de paja para la labor.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando