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Actualizado: 30 de abril de 2025
Al saber luego que yo había desaparecido, comprendieron el plan del poderoso enemigo nuestro. Al ver a Machín de nuevo, comprendí que se había declarado entre los dos una guerra a muerte. El, con su dinero y su influencia, podía hacerme mucho daño; yo tenía de mi parte a casi todos los pescadores y marineros dispuestos a defenderme.
Mas advierte que, aunque me veas en los mayores peligros del mundo, no has de poner mano a tu espada para defenderme, si ya no vieres que los que me ofenden es canalla y gente baja, que en tal caso bien puedes ayudarme; pero si fueren caballeros, en ninguna manera te es lícito ni concedido por las leyes de caballería que me ayudes, hasta que seas armado caballero.
Este galante discurso, que fue publicado al otro día en el diario de la corte, dejó pasmado al rey, que no halló excusa que dar para que no se casara Meñique con su hija. Hija le dijo en voz baja, sacrifícate por la palabra de tu padre el rey. Hija de rey o hija de campesino respondió ella, la mujer debe casarse con quien sea de su gusto. Déjame, padre, defenderme en esto que me interesa.
Y mientras yo me moría de dolor y de ignorancia, la pretendida víctima huía y se burlaba de la justicia y de la inocencia y se regocijaba con su cómplice por haber llegado á tan dichoso desenlace... Yo, con la cabeza llena de tinieblas, sometido á unos jueces que me tomaban por un malvado endurecido, á unos abogados que me encontraban estúpido porque callaba cuando era preciso defenderme, á unos guardianes que se mofaban de mi, á una prensa moralizadora que me arrastraba por el fango, á mi falta de conocimiento, que hasta me incitaba á creer en un crimen, fui á dar en Numea, entre bandidos y bajo un cielo de fuego.
Yo no soy más que un empleado, Luis: un dependiente de Sánchez Morueta. ¡Y figúrate lo que haría doña Cristina si me viese mezclado en el jaleo; lo que diría el mismo Pepe, que tan cambiado está!... Bastante hago con defenderme y quedar á un lado, pues por su gusto iría esta tarde camino de Begoña.
¿Y a qué viene eso? Pues a que Miguel no vería con malos ojos la desaparición de usted. Una vez quitado usted de en medio podría él realizar la jugada que antes le echamos a perder, o por lo menos lo intentaría. Yo me basto para defenderme.
Pero, ¿qué es la curiosidad digo yo para defenderme sino el deseo de saber, de comprender lo que se ignora? A mí me gusta ver; y si hay una molestia o un peligro para satisfacer mi curiosidad, no tengo inconveniente en afrontarlo. Soy también patriota a mi modo, sin sentido tradicional alguno. No conozco la historia de España, y realmente no me preocupa gran cosa.
En el piso bajo. Su mujer estaba con él. ¡La infame! Se arrojó sobre mí de improviso y no pude defenderme. ¡Haber tirado, al menos; ¿no tenías la escopeta? La tenía. Pero, según veo, no te sirve jamás.... Me la arrancó al principio de la lucha.... ¡Luego ha habido lucha! ¡Y nadie ha oído nada! ¿No podías gritar? ¿No te digo que me estrangulaba? Y su endiablado tutor vino en su socorro.
Llegaba él luego cerca de mí, se sentaba a mi lado, y aproximando su boca a mi oído, decía en voz bajita, dulce y suplicante: Che rací-hayhub-guasú, o sea estoy enfermo de amor grande. Al cabo, me faltaron las fuerzas para defenderme. Cité a D. Pepito, en el obscuro silencio de la noche, y él vino a mí y yo le di el remedio que apetecía.
Lo necesitaba para todo mi séquito: los secretarios, la compañía de bravos encargada de defenderme, y un sinnúmero de aburridos que, encontrando muy interesante mi persona, me seguían por todo el planeta, como aquel misántropo que seguía á un domador de ciudad en ciudad, esperando que sus fieras lo devorasen.
Palabra del Dia
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