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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Contengo mi indignación para entonces y prometo no escasearla, en la seguridad de que todos los venezolanos han de unir su voz a la mía en un coro expresivo. A las dos de la tarde tomamos un carruaje, pasamos por la aldea de Maiquetia, situada a pocas cuadras de La Guayra, a orillas del mar, y comenzamos la ascensión de la montaña.
Sus rivalidades eran disimuladas, pero profundas. Después de enredar, con escolástica destreza, la inevitable disputa, acababan por responderse en docto y ponzoñoso latín que agriaba la reunión. Un rebullicio de colmena llenaba las cuadras. La atmósfera era densa y candente.
No quiere creer en sus sentidos. Todo ha cambiado, todo está embellecido. El patio, que la lluvia en otro tiempo convertía en un horrible pantano y que durante el verano era un hoyo lleno de polvo, luce entonces un verde césped y parece una pradera cubierta de flores. Las puertas del granero y de las cuadras brillan con un hermoso color obscuro y tienen números pintados de blanco.
Menudeando el paso y saltando sobre los obstáculos que hallaba en su camino, la Nela se dirigió a la casa que está detrás de los talleres de maquinaria y junto a las cuadras donde rumiaban pausada y gravemente las sesenta mulas del establecimiento. Era la morada del señor Centeno de moderna construcción, si bien nada elegante ni aun cómoda.
Esta es la calle de Tacuarí: me faltan tres cuadras todavía, y sospecho que no podré llegar... voy como borracha, ¿qué dirá la gente? tomaré un coche... Dame fuerzas, Virgen santísima, para subir este Calvario... seguiré a pie, mejor, ya falta poco...
Junto al pilón inmediato a aquéllas, el agua encharcada entre los guijarros era de un rojo obscuro, como vino desparramado. Iban saliendo casi a rastras de las cuadras los caballos destinados a la corrida del día siguiente, para que los examinasen los picadores, dándolos por buenos.
Hablaba Diógenes pálido y agitado, con el tono iracundo que solía usar cuando hablaba de veras, y levantándose de repente de la mesa, entróse por un cobertizo que iba a parar en las cuadras; viéronle, a poco, salir lívido más bien que pálido y dejarse caer como sin fuerzas en un banco de hierro que bajo los arcos estaba: con grandes ansias y sudores había arrojado en un rincón de la cuadra lo poco que había comido.
Toda la servidumbre se asomaba al zaguán; los mozos de las cuadras se hacían los encontradizos en la corralada, y Rita, detrás del señorito, se enjugaba los ojos en silencio. Partió Salvador, diciéndoles a todos con la mano un adiós afectuoso; llevaba en el semblante extraña expresión de angustia.
Cuando hubieron recorrido las cuadras tomaron el camino de los prados a campo traviesa, y descendieron hasta el río guarnecido, por entrambas orillas, de alisos, álamos y mimbreras, los cuales formaban a trechos una mata espesa por debajo de la cual corría oscuro y tétrico. El río Lora es uno de los menos caudalosos y al mismo tiempo de los más originales de España.
El prófugo aprovechaba todos los accidentes del suelo para no dejar huellas; cuadras enteras había marchado pisando con la punta del pie; trepábase en seguida a las murallas bajas, cruzaba un sitio y volvía para atrás.
Palabra del Dia
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