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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Era para acobardar hasta al propio Roger de Flor de que hablaba su cuñado. ¡Mardita sea!... ¡Vamos, hombre decía Gallardo , que ni por too el oro der mundo torearía uno en Seviya, si no fuese por el aquel de dar gusto a los paisanos y que no digan los sinvergüenzas que tengo mieo a los públicos de la tierra!
Tristán estaba allí. Era uno de los testigos designados por la novia. Andaba solo, huyendo de juntarse a nadie según su costumbre. El sensible lance acaecido a su cuñado y en el cual había él tomado parte no había contribuido a mejorar su genio difícil y sombrío.
Allí estaba su cuñado, admirándose a sí mismo antes de ir a la plaza, satisfecho de un terno de calle del espada que se había arreglado a su medida antes de que lo usase el dueño. Con ser un ridículo charlatán, valía más que toda la familia. Este no le abandonaba nunca. Vas más hermoso que er propio Roger de Flor le dijo el espada alegremente . Sube al coche y te yevaré a la plaza.
Del piano saltó entonces un allegro vivace, con muchas octavas, y el tecleo cubrió las voces... sólo se oyeron fragmentos del diálogo que sostenían la agria voz de doña Dolores y la voz becerril de su cuñado. La fábrica, bien... de capa caída... las hipotecas... al ocho.... Liquidaron con el socio... la competencia....
Sí, sí, y me escribíais con más frecuencia y más detención que antes. No me quejo, pero os pregunto, ¿cuándo me presentaréis a mi cuñado? El hablaba así por broma, mas Bettina le responde seriamente: Espero que será muy pronto. M. Scott sólo ahora sabe que el asunto es serio. Bettina le pide sus cartas, al volver en el vagón para releerlas, y ve que, en efecto, en todas habla de él.
En su estirpe figuraban toda clase de glorias: amigos de monarcas; Adelantados que infundían miedo a la morisma; virreyes de las Indias, santos arzobispos, almirantes de las galeras reales; pero el alegre marqués daba de barato tantos honores y tan preclaros ascendientes, pensando que hubiera sido mejor para él poseer una fortuna como la de su cuñado Dupont, aunque sin las obligaciones y trabajos de éste.
El cuñado había protegido su retirada, pero á pesar de esto, la sensible Elena gimió entre lágrimas pensando en el alemán: «¡Pobrecito! ¡Todos contra él!» Mientras tanto, la esposa de Desnoyers retenía al padre en su despacho, apelando á toda su influencia de hija juiciosa.
Los hombres, convencidos, se echaron sobre Zalacaín, éste cerró contra los dos; uno de los voluntarios le dió un bayonetazo en el hombro izquierdo, y Martín, furioso por el dolor, le tiró una estocada que le atravesó de parte a parte. La patrulla se había declarado en fuga, dejando un fusil en el suelo. ¿Estás herido? preguntó Bautista a su cuñado. Sí, pero creo que no es nada. Hala, vámonos.
Cura de misa y olla nada más; pero ¡lo que he trabajado en esta vida! ¡y lo que me queda que penar!... Mi cuñado es infeliz, un buen hombre, que no sirve para nada, y yo tengo que mantenerlo, y a la pobre viejecita, y a mi hermana, y a todos los sobrinos, que se creen superiores a los demás del pueblo porque cuentan con un tío cura.
Miró a las gentes de buen aspecto que ocupaban el andén, sin alcanzar a ver al tío de su cuñado. Hubo un empujón general en las cubiertas. ¡A tierra! La salida estaba libre.
Palabra del Dia
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