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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Mire usted decía el viejo yo no sé cómo soy, pero sin creerme un Tenorio, siempre he sido afortunado en mis tentativas amorosas; pocas veces las mujeres con quien me he atrevido a ser audaz, han tomado a mal mis demasías... pero debo decirlo todo: no sé por qué tibieza o encogimiento de carácter, por frialdad de la sangre o por lo que sea, la mayor parte de mis aventuras se han quedado a medio camino.... No tengo el don de la constancia.
Pues le diré, señora Juliana replicó Nina . Puede creerme que no ha sido desprecio; no señora, no ha sido desprecio. Es que no lo he necesitado. Tengo la comida de otra casa, con lo cual y lo que saco nos basta; y así, bien puede usted dárselo a otro pobre, y para su conciencia es lo mismo... ¿Qué quiere usted saber? ¿Que quién me da la comida? Veo que le pica la curiosidad.
Pues entonces, ¿para qué querías esa víctima? Yo no quería... ni dejaba de querer... no se trataba aquí de lo que yo quería, sino de lo que era. El Conde estaba asiduo conmigo, y yo, lo confieso, me complacía en sus asiduidades. No le amaba; pero sentía una satisfacción de amor propio en creerme amada por él. Esto me ha perdido. Vamos, hermana, tranquilízate. Nadie se pierde por tan poco.
Todo te lo dije en aquella época respondió ella; pero tú no querías creerme, querías por fuerza hacer mi felicidad; y más tarde, ¿por qué habría hablado? En el papel las cosas toman otro significado que el que se les ha querido dar; habrías concluido por ver en mis palabras un reproche a Roberto, quizá hasta a ti misma, y yo no podía dar lugar a semejante equivocación.
Les miro sin intención ninguna, ¡bien puede usted creerme! Con la sonrisa de vanidad triunfante que contraía su boca desdentada, Maripepa estaba tan horrible que don Félix necesitó volver la cara y proseguir rápidamente su camino para no soltar la carcajada. En esta disposición alegrísima llegó á su casa.
Me ahogo... ¡No sabes lo que me acaba de pasar! ¡Es una infame, una malvada que tiene que arder en los infiernos! Siempre lo he dicho y las tontas de mis hermanas no quieren creerme. ¡Es muy perversa esa tísica! Tiene el corazón de una hiena. ¿Pero qué hay? preguntó con asombro, muerta de curiosidad, la sagaz jamona.
Y no le desprecio y le odio a él sólo, sino también al amor liviano que logró inspirarme. ¿Por qué me enamoré de él? ¿Por qué cedí tan pronto? Por vanidad de creerme amada; por ligereza; por deslumbrarme como una rústica lugareña de sus cortesanas elegancias. Apenas vale el amor que le tuve un quilate más que el amor que él fingía tenerme.
Mis votos, en esta ocasion, se veian tambien cumplidos; y me era permitido ofrecer al gobierno de Bolivia, en la delineacion de una nueva via para sus transaciones comerciales, un presente digno de sus beneficios; sin creerme por esto exento de la imprescriptible obligacion de conservarle mi eterno reconocimiento.
Es una una pobre... murmuraba . Es una una pobre, y no lo haría aunque le diesen.... ¿Y el otro? siguió la implacable Comadreja que estaba ya resuelta a vaciar el saco . ¿Y el amigote, el de los bigotazos, que parece que habla dentro de una olla? ¿El que le llaman Borrén? Ese, ese.... Un baboso con todas; a todas nos dice algo, y el caso es que con ninguna, chicas. Podéis creerme: ni esto.
En aquel momento no distaba mucho de creerme realmente el Rey, y alzando la frente dirigí una mirada de triunfo a los balcones atestados de hermosas. De repente me sobresalté; acababa de ver, fijos los ojos en mí, el hermoso rostro de mi compañera de viaje, Antonieta de Maubán; noté que también ella parecía sorprendida, que se movían sus labios y que se inclinaba hacia mí como para verme mejor.
Palabra del Dia
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