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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Ya le he dicho a usted me replicó, como si se excusara en broma de una grave falta , que tengo la debilidad de creerme algo poeta, aunque meramente pasivo; pero es lo cierto que eso, tan mal expresado por , y sea ello lo que fuere, es, algo más razonado y en escala mucho mayor, lo mismo que yo sentía de muchachuelo en mi lugar; lo que echaba de menos en Madrid, y lo que parece necesitar mi espíritu aldeano para vivir a su gusto.

Pero creí que mi salud era la causa de su pena y de sus inquietudes, y el interés que manifestaba hizo que se aumentase el amor que por él sentía, admirando los cuidados de que me rodeaba. »Causábame indecible satisfacción deber la salud solamente a él y a su talento! »¡Ah! me dijo: se equivoca usted al creerme sabio; no lo soy. »Así, pues, ¿no es usted un célebre médico? »¡Ah!

Con ella trato en balde de consolarme de mi corta ventura, teniendo la inocente vanidad de creerme con más de los 20 grados y de pasarme de listo en el sentido más profundo y filosófico de la frase. »Esta triste satisfacción que yo me doy es por demás alambicada para que le valga a mi mujer.

Pienso, Reina, que eres muy joven; que esta prueba pasará y que tienes delante de ti una larga vida. Sabed, mi cura, que no soy de carácter resignado. Si vivo, no me casaré nunca; mas no viviré: estoy tísica. ¡Escuchad! Y traté de toser de un modo cavernoso. No juegues con tu salud. A Dios gracias, estás muy bien. Bueno dije levantándome, veo que no queréis creerme.

Cuando vuelva a casa diré la verdad; y si la señora está viva para cuando yo llegue y no quiere creerme, que no me crea; y si se enfada, que se enfade; y si me despide, que me despida; y si me muero, que me muera». Aunque Nina no lo pensara y dijera, bien se comprenderá que el desasosiego y consternación de Doña Paca en aquella triste noche superaron a cuanto pudiera manifestar el narrador.

No me levantaré replicó éste , hasta saber si usted me corresponde. D. Jaime, por Dios, ¿qué quiere V. que yo le diga? Yo no si le amo a V.: pero si el contento que me causa el creerme amada y el temor de perder esta creencia son síntomas de amor, me parece que le amo.

De un susto que te he dado el otro día. ¿Te acuerdas cuando hicimos juntos un ramo de flores en el jardín?... Después quisiste hacerme una caricia y fui tan necia que lo llevé a mal y me eché a llorar... ¡Qué sorpresa y qué disgusto habrás tenido!... Confieso que soy una tonta y que no merezco que nadie me quiera... Sin embargo, bien puedes creerme que no estaba enfadada contigo... Lloré de sentimiento..., sin saber por qué... ¡Qué motivo tenía yo para llorar!

Oradores conozco de quienes hace algún tiempo no hubiera hecho yo una pintura más favorable que de mi astur, y que han roto, sin embargo, a hablar, y los oye el mundo y los escucha, y nadie se admira. En fin, cuento un hecho. Tal me ha pasado; no escribo para los que dudan de mi veracidad. El que no quiera creerme puede doblar la hoja.

Pero ha venido, y de pronto todos hablan de ella, y resulta que saben o creen saber su vida, desembuchando las noticias de muchos años. ¿Queréis creerme, hijos míos?

Recuerda, para que te cueste menos trabajo creerme, en cuántas cosas he andado yo al revés de las demás. Así fue que cuando por primera vez me vestí de señorita disponible, ya estabas de vuelta buen rato hacía.

Palabra del Dia

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