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Unos se burlaban del tubo de seda brillante que el contratista se había puesto en la cabeza; otros lo admiraban con orgullo egoísta, como si el tal sombrero aumentase la importancia de la vida en el desierto. Vengo de visita á mi propia casa dijo Pirovani con el deseo de que el otro admirase su generosidad. Ha hecho usted mal en cederla se limitó á contestar Robledo.

Todos ellos se disputan á porfía y metiendo una bulla espantosa la presa que yace en tierra . Auméntase entretanto el número por instantes con la llegada de otras bandadas que se presentan atraidas por esa ralea general; y cuando ya todos se encuentran hartos, el jabirú, sin abandonar el campo, se retira gravemente hácia un lado, miéntras que las garzas blancas y azules y otras aves de la misma familia, levantándose en tropel, van á posarse desparramadas sobre los bosques vecinos.

La elasticidad de su conciencia no llegaba nunca a sus estirones a la apropiación de lo ajeno, ni directa ni indirectamente. Lo ajeno era sagrado para ella, y aunque aumentase lo suyo cuanto pudiera a costa del prójimo, jamás llegaba a la absorción de lo que se le confiaba. Devolvería, pues, lo que se le había entregado, con los aumentos que a su buena administración se debían.

Pero creí que mi salud era la causa de su pena y de sus inquietudes, y el interés que manifestaba hizo que se aumentase el amor que por él sentía, admirando los cuidados de que me rodeaba. »Causábame indecible satisfacción deber la salud solamente a él y a su talento! »¡Ah! me dijo: se equivoca usted al creerme sabio; no lo soy. »Así, pues, ¿no es usted un célebre médico? »¡Ah!

Los había construido á la ligera, con la esperanza de mejorarlos cuando aumentase su fortuna; pero, como ocurre casi siempre en las instalaciónes campestres, estas obras provisionales iban á durar más años tal vez que las levantadas en otras partes como definitivas.

Todo se lo creyó Doña Paca, que rezaba algunos Padrenuestros para que Dios aumentase la piedad y las rentas del buen sacerdote, por quien Benina tenía algo que traer a casa.

Y el año cumplido que allí estuvieron, paresciéndoles que aquel sitio no era cual les convenia, pasáronse de allí media legua más hácia el Cuzco, á otra quebrada, questuvieron otro año, y desde encima de los cerros desta quebrada, la cual se llama Matagua, miraban el valle del Cuzco y el pueblo que tenia poblado Alcaviza, y parescióles que era buen sitio aquel do estaba poblado aquel pueblo de Alcaviza; y descendidos que fueron al sitio y ranchería que tenian, entraron en su acuerdo, y parescióles quel uno dellos se quedase en el cerro de Guanacaure hecho ídolo, é que los que quedaban, fuesen á poblar con los que vivian en aquel pueblo y que adorasen á éste que ansí quedase hecho ídolo, y que hablase con el sol, su padre, que los guardase y aumentase y diese hijos, y los inviase buenos temporales.

El susto fué general, y la alarma llegó á su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó á inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente á este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene á la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas.

Los indios no hacían en un principio más que recoger las hojas en los bosques, ateniéndose a que la naturaleza aumentase el número de árboles; pero los jesuítas descubrieron el medio de propagarlos, sembrándolos de semilla. Por regla general, la operación de recoger las hojas se practica según el método indígena característico de la industria de pasados siglos.

El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa; levántase rápidamente, a este punto, el trinchador, con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando la posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas.