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Actualizado: 9 de septiembre de 2025


El día que vuelva a mi ramo, no admito credencial que sea inferior a treinta. Pero como aquí se hacen mangas y capirotes de los derechos adquiridos... ¡qué país! Yo entré en Penales con ocho, después me pasaron a Instrucción Pública con diez, luego cesante, y al fin, para no morirme de hambre, tuve que aceptar seis en Loterías.

las gracias á la Comisión por su sinceridad y franqueza, y les dije, que se retiren tranquilos, haciendo presente á los que les habían mandado que no habían sido recibidos por falta de credencial, y que, aunque las hubieran tenido según lo habían visto y oido de otros revolucionarios, D. Emilio Aguinaldo no aceptaría sus proposiciones de autonomía, porque el pueblo filipino tenía la suficiente ilustración para gobernarse por mismo y estaba cansado de ser martirizado por los abusos del poder extrangero, por lo que, no desea más que su Independencia, y así los españoles podían prepararse para defender su Soberanía, porque el ejército filipino les atacaría duramente y con constancia hasta tomar Manila.

Juana salió a dar el recado, y volvió en seguida con una carta que puso en manos de doña Luz. Don Gregorio Salinas dijo Juana , me acaba de entregar esta carta, asegurando que será admitido en cuanto usía la lea. Dice que la carta es su credencial. Doña Luz, no bien tomó la carta y miró el sobrescrito, se quedó maravillada. Reconoció la letra de su padre.

Tampoco tuvo en la prensa todo el éxito que mereció la casi augusta solemnidad con que el buen marqués de Montálvez desempeñó su papel en la fiesta, particularmente durante el breve rato que conversó aparte con el presidente del Consejo de Ministros, y cuando, después de estrecharle reverentemente la mano le dijo algunas palabras al oído el Capitán general de Madrid, vestido de gran uniforme. ¡Oh, qué actitudes y qué mímica las suyas en aquellas dos singularísimas ocasiones! ¡Qué bofetón más sonoro para «los hombres de Gobierno» que todavía le regateaban la credencial de senador! ¿Dónde hallarían ellos para ese cargo otro viejo más distinguido, más serio, más limpio, más planchado, más opulento, ni más adaptable por su tipo al grave ceremonial del «alto Cuerpo Colegislador»?

Se admiraba de la tranquilidad de sus compañeros, que habían tomado con calma la catástrofe, y no creían imposible colarse en cualquier otra oficina, si la revolución hacia tabla rasa del Patrimonio Real. Y tan indecorosa hallaba la idea de la defección, que aseguraba estar dispuesto a pedir una limosna por las calles antes que una credencial a los titulados revolucionarios.

Jugó el telégrafo; supo el Gobierno que acababa de hacer la adquisición de «uno de los personajes más importantes del país»; dijéronlo así al punto los periódicos oficiosos de la corte; súpolo toda España; desapareció la candidatura del pobre aventurero, a quien se dió en pago una credencial de primera, que es cuanto él ambicionaba, y se le dijo a don Simón: Puede usted ir a descansar tranquilo.

Quisimos penetrar, pero los guardas del edificio, herederos históricos de la gravedad monacal, nos prohibieron la entrada con cara de priores, enviándonos al estanco de la Hacienda pública, en donde debiamos proveernos de una especie de credencial, mediante la limosna de dos francos, uno por cabeza.

En esto consiste que no hay aspiración, por extraviada que sea, que no se tenga por probable; en esto consiste la inseguridad, única cosa que es constante entre nosotros, la ayuda masónica que se prestan todos los partidos desde el clerical al anarquista, lo mismo dándose una credencial vergonzante en tiempo de paces, que otorgándose perdones e indultos en las guerras y revoluciones.

Verdad es que, hasta aquella fecha, con ninguna credencial había demostrado el embajador que lo hubiera sido real y efectivamente; pero ¿no bastaban su aserto, y, sobre todo, las familiaridades que se permitía con ministros y diputados en el salón de conferencias?

Ya... será un bacalao ese padre Rubín. ¿No le di ya a usted una credencial de Penales para un Rubín? Usted por lo visto protege a esa familia. Yo no protejo familias, niño. Déjese usted de protecciones... Sólo que me intereso por las personas de mérito. Por no ha de quedar. Le daré otro achuchón a Cárdenas. Pero, lo que digo, son plazas que tienen muchos golosos.

Palabra del Dia

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