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Otro don particular de Angustias era la pronta contestación que daba a las numerosas y peregrinas preguntas que solía hacerle la gente menuda. Era tal la espontaneidad de la respuesta y tan grande el aplomo con que la daba, que jamás pusimos en tela de juicio la solución por ella propuesta a cualquier problema que se presentaba a nuestros infantiles cerebros.

El viejo se excusó, diciendo: Señor, perdóneme Vd. Soy muy pobre y vengo a buscar leña para mantener a mi mujer y a mi hija. 10 ¿Y es hermosa tu hija? dijo el negro. ¡Oh! , señor dijo el viejo; y mucho. Pues bien le dijo el negro, yo te perdono la vida si me das tu hija por esposa; y si no, morirás. Dentro de ocho días te presentarás aquí con la contestación.

Es que todo está entonces echado á perder... porque... de seguro... al no recibir contestación de su excelencia la madre abadesa... le escribirá de nuevo... se descubrirá... ó se creerá descubrir que yo he hecho mal uso de su carta... desconfiará de el duque... Esperad dijo el padre Aliaga.

Pasaría, pues, de castaño oscuro el que resultase tu hijo rival tuyo. Don Luis escuchaba en silencio y con los ojos bajos. Su padre continuó: A esta carta del deán contesté lo que sigue: Contestación. «Hermano querido y venerable padre espiritual: mil gracias te doy por las noticias que me envías y por tus avisos y consejos. Aunque me precio de listo, confieso mi torpeza en esta ocasión.

Don Mariano supo en el día la terrible noticia. ¡El capitán Pérez estaba ad portas!... Sin perder un momento, requirió una contestación categórica de Coca... Y Coca, que no quería otra cosa, le juró que jamás había amado al capitán Pérez... Vázquez le preguntó aún: ¿Está usted segura, Coca, de no haberlo querido... y de que nunca hubiese llegado a quererlo?...

Pero es muy extraño lo de Navidad, ¿no es cierto? ¿Por qué la llaman Navidad? Sea por deferencia instintiva a las preocupaciones de sus huéspedes, sea por un vago sentimiento de incongruencia, la contestación del viejo fue tan baja, que quedó aprisionada entre las paredes de la habitación.

El de nuestro matrimonio, retonto... Digo, si es que apeteses esta mano, que no tiene nada de blanca ni de suavesita..., ¡bien lo sabes! dijo, sacándola por la reja. Por toda contestación, me apoderé de ella, la llevé a mi corazón y luego la besé repetidas veces. A la noche siguiente me manifestó que se hallaba muy inquieta.

Después de algunos otros gritos descubrí al vigilante y le referí mi extraña aventura. Acercó a mi espalda su linterna sorda y exclamó: ¡Es indudable, señor; le han dado una puñalada! ¿Qué clase de hombre era? No lo pude ver bien ninguna vez fue mi torpe contestación. Se mantuvo siempre a buena distancia, y únicamente se aproximó en un punto demasiado obscuro para poder distinguir sus facciones.

Ha sido, no hay duda, una daga de hoja larga y delgada, un estilete, muy probablemente. He encontrado en la parte exterior de la herida, sobre la tela de su sobretodo, algo así como grasa, o, más bien dicho, gordura animal. Voy a hacer analizar un poco, ¿y sabe lo que espero encontrar en ella? No; ¿qué? Veneno fue su contestación.

Un juego en que dos señores se sentaban frente a frente, durante largo espacio de tiempo, sin proferir palabra y sin mover apenas las curiosas piezas de madera que entre tenían, y que se prestaban de manera tan admirable para jugar a los soldaditos; un juego así, repito, me parecía más apropósito para muertos que para vivos; y la contestación de Angustias fué convincente. ; continuó el ama.