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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Eraso, ve usted esta línea? Como no recibiera contestación volvió a decir: ¿Ve usted esta línea? Pues las fuerzas de usted no me han de pasar de esta línea... aquí. Alzando entonces los ojos vio a su hermano, y fue tal su sorpresa que se le cayó el lápiz de la mano y estuvo como lelo bastante tiempo. ¿Ya estás aquí otra vez? dijo con ahogada voz. Parecía tener miedo.
No sé tocar el piano le diría . Y si, en vez del ajedrez o el piano, el señor en cuestión se orientase hacia la esgrima y quisiera batirse conmigo a espada o a sable, mi contestación sería igualmente lacónica. Lo siento mucho, pero no sé batirme a sable ni a espada... En el primero y el segundo casos, todo el mundo encontraría mi negativa perfectamente natural.
Le rogaba que no me hiciera traición; le daba explicaciones plausibles de mi retirada: era excusable desde el momento que estaba demostrado que había tenido un objeto. La contestación del señor De Nièvres no contenía más que frases de agradecimiento y elogios calcados sobre los que corrían en el público. Magdalena no añadía ni una palabra a las de su marido.
¡Pues hagámoslo antes de extraviarnos más, Horn! Descargó Cornelio el fusil al aire; pero la espesura del bosque se comía el ruido y no lo dejaba propagarse. Pusieron el oído por si sonaba algún disparo lejano en contestación al suyo, pero nada advirtieron. ¿Has oído algo, Horn? preguntó Cornelio. Nada oigo contestó el piloto . Con esta espesura no hay manera de oir nada.
Cuando supe esto, me figuré que, como dice todo el mundo, las mujeres son volubles e ingratas, y pensé que la Shele me había olvidado con la ausencia. Escribí a uno de los amigos de Lúzaro preguntándole lo ocurrido con ella. Meses después pude recoger en Cádiz dos cartas suyas en contestación a la mía.
Que te iga quién es, o que se lo yeven los demonios. ¡Mardita sea la suerte!... ¿Es que no podrá uno dormir?... El Nacional escuchó esta contestación al través de la puerta del cuarto de su maestro, y la transmitió a un peón del cortijo que aguardaba en la escalera. Que te iga quién es. Sin eso, el amo no se levanta. Eran las ocho.
Cuantos iban á tratar sobre asuntos tan delicados con la reina, salian sumamente descontentos por no obtener nunca una contestacion digna de aplacar los ánimos de los revolucionarios.
Aunque quiso rehuir la contestación a esta pregunta capciosa, la conciencia se la dio como un estallido en los oídos, antes que pudiera él preparar una mentira. «Es que la Regenta come a veces con los marqueses, especialmente en días como este, porque a ella la miran como una de la familia». «¿Y qué le importaba a él ni la familia, ni la Regenta, ni la comida de los marqueses?».
Y a las reiteradas instancias de que alguien tenía que haber sido, la contestación, después de ser interrogados todos los dependientes y criados, fué siempre la misma.
Poco después escribió una larga carta a su esposa rebosando de ternura. Al final le decía que al día siguiente iría a verla. Al despertarse por la mañana recibió la contestación de Carlota. «No vengas a verme. No quiero que pises esta casa. Espera a que te indique el sitio y la hora donde podemos vernos. Eres demasiado bueno, Mario.»
Palabra del Dia
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