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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Don Manuel había estado en América dos años, y esta interrogación expresiva ¿no?, importada de aquel mundo joven, la usaba todavía en ciertos momentos. Se miraron con sorpresa sus dos contertulios, y ambos dijeron que «sí» varias veces, en contestación a aquel «no» interrogante. Vamos a ver indagó el solariego, que parecía un resucitado : a ustedes ¿qué les parece de mi hermana?
De estas dos desgracias podríamos hacer una felicidad, si el mundo no fuera lo que es, esclavitud de esclavitudes y toda esclavitud... Me parece que la estoy viendo cuando le dije aquello... ¡Qué risita, qué serenidad, y qué contestación tan admirable! Me dejó pegado a la pared.
La contestación del caballero inglés fué saltar sobre su caballo, y empuñando, como el barón, la lanza y embrazando el escudo, ambos jinetes descendieron con peligrosa rapidez la enhiesta pendiente, en dirección á los dos campeones castellanos, que á su vez les salieron al encuentro.
Citados para declarar todos los que los litigantes hubieron á la mano, fueron haciendo relación de ocurrencias y consta por consiguiente en los autos, en contestación á las preguntas generales, el nombre, edad, naturaleza y oficio ó situación de los testigos.
Es probable que estos razonamientos hayan parecido totalmente indignos de contestación al señor de Montbreuse, porque se ha contentado con mirarme severamente sin hablarme, al mismo tiempo que dirigía a Eudoxia una mirada de inteligencia en la que me ha parecido descubrir no sé qué de desprecio y de amargura.
Un «bona, nit!» o una petición de lumbre para el cigarro podían recibir como contestación un pistoletazo. Algunas veces no pasaba nadie ante la alquería, y sin embargo, el perro, avanzando el pescuezo, aullaba frente al vacío negro. A lo lejos parecían contestarle aullidos humanos.
Si me trae una contestación duplicaré esto: ¿entiende, Ah-Fe? Movió afirmativamente la cabeza. Otra entrevista tuvo lugar entre Ah-Fe y otro caballero, el joven editor de El Alud, entrevista igualmente casual y con idéntico resultado.
Dentro de la sala procedió con modestia y afabilidad. Saludó á todos los espectadores que encontraba al paso con una cortesía extremada, sin obtener contestación. Algunos se limitaron á mirarla extrañados. «Es una loca», parecían decir con sus ojos. Se encogió en su asiento y procuró ocupar el menor espacio, por miedo á molestar á sus vecinos.
Transcurrido un instante, dirigió a su compañera sus ojos azules con una expresión angelical, de los que exhalábase una mirada que decía, sin duda alguna: Te juro que no te comprendo. La contestación fue una carcajada, que traduje de esta manera: ¿Sí? pues no te creo.
La carta que en contestación á ésta escribió la abadesa, y que entregó á Montiño y que quitó al cocinero mayor Quevedo, contenía lo siguiente: «Mi respetable tío y señor: He recibido la carta de vuecencia tan á tiempo, como que, cuando la recibí, estaba en visita con mi buena prima y con don Francisco de Quevedo.
Palabra del Dia
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