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Actualizado: 14 de julio de 2025
Sus brazos surgían exageradamente de las mangas del capote, cortas ya para ellos. La gimnasia ruda de las marchas y el manejo de la pala habían ensanchado sus muñecas y encallecido sus manos. El recuerdo de su hijo surgió en su memoria. ¡Contemplarle así, hecho un soldado, como su primo! ¡Verle sufrir todas las rudezas de la existencia militar... pero viviendo!
Te digo que tengo el humor muy negro, que me ahoga la bilis y que en este momento al menos necesito que seas un poco más humilde que de ordinario. ¿Lo entiendes? profirió reprimiendo con esfuerzo la cólera. La institutriz le miró con sorpresa á la cara, y después de contemplarle con atención unos instantes, convirtió de nuevo sus ojos á la lumbre, haciendo una imperceptible mueca de desdén.
Y comenzó a verlo en el acto, porque en el acto le dijo Leticia, después de contemplarle en silencio unos instantes, y como substancia y producto lógico de sus apuntadas reflexiones: Creo, pues, que no se halla usted en edad ni en condiciones de casarse.
La pluma se le cayó de la mano, lanzó un profundo suspiro o inclinó la cabeza, presa de profundo abatimiento. Se abrió en esto la puerta del despacho para dar paso a una joven que se aproximó de puntillas al doctor y después de contemplarle un instante con melancólica expresión a la que no parecía habituado su semblante risueño, le dio en la espalda una palmada cariñosa.
Don Pablo Aquiles le miraba sonriendo y no se hartaba de contemplarle; ¡qué buen mozo y qué elegante era! tenía los ojos de su madre, aquella Pilar tan amada, que tanto le había hecho sufrir, y también su genio, un polvorín de explosiones sin consecuencia.
Dulce es, entre todas las dulzuras, zambullir el pensamiento en la idea de Dios, adorarle, contemplarle, confundirnos ante su presencia como granos de polvo ó frágiles plumas que somos las criaturas Vientecillo, puedes marcharte, que yo me quedo aquí para toda la vida. ¡Cuán feliz soy!»
La misma consideración de mi riqueza, de mi material bienestar, de mi salud y de mi elegancia, se contrapone al estado de mi espíritu y me impulsa a contemplarle con mayor espanto y repugnancia. Mi cuerpo está sano y hermoso, pero mi alma, cuando caen los recuerdos sobre ella, está como Job en el muladar.
Yo, al contrario que tú, he desdeñado siempre la acción material; en vez de dominar el mundo, me he satisfecho con contemplarle, pero al contemplarle, le he comprendido, y comprendiéndole, me he enseñoreado de él con poder más amplio y más hondo y seguro que el de los más poderosos soberanos. Ellos además no dominan sino lo presente; el término de su vida ha de ser el término de su imperio.
Dijo, y volviéndose del otro lado se fue aletargando. Poco después dormía profundamente. Después de contemplarle un rato, considerando que era cosa perdida, Salvador se retiró con el alma llena de tristeza. Pasaron tres días. Una mañana entró Salvador en su casa y halló a Doña Hermenegilda consternada, llorosa.
Y así lo hizo. Granate al sentir aquella carga tan dulce quedó enajenado, y con increíble audacia le pasó un brazo por la cintura. La joven se alzó como si la hubiera pinchado. ¿Qué haces, bruto? ¿Crees que estamos en la manigua y soy alguna negra cimarrona? Después de contemplarle un rato con ojos coléricos, su fisonomía se fue serenando, sus labios se dilataron con sonrisa dulce.
Palabra del Dia
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