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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Todo lo que quise. Ya advertí que se preocupaba usted de mí. Una vez que me quedé sentada, por cansancio, vi que hablaba usted con Evaristo; el ciprés se dirigió en seguida hacia mí y me invitó a bailar. Yo se lo agradezco a usted... Estás equivocada. Fue iniciativa suya. Tú no necesitas que la dueña de casa se ocupe de tí, porque siempre estás solicitada. Lo dice usted por consolarme.
Parecióme con lo que dijo pasarme el corazón con saeta de montero, y comenzóme el estómago a escarbar de hambre, viéndose puesto en la dieta pasada. Fué fuera de casa. Yo por consolarme abro el arca y, como vi el pan, comencélo de adorar, no osando recebillo. Contélos, si a dicha el lacerado se errara, y hallé su cuenta más verdadera que yo quisiera.
¿Qué quieres tú que yo te diga? replicó al fin . Como yo no puedo ser nunca nada, como yo no soy persona, nada te puedo decir.... Pero no pienses esas cosas malas, no pienses eso de tus padres. Tú lo dices por consolarme; pero bien ves que tengo razón... y me parece que estás llorando. Yo no. Sí; tú estás llorando.
Las cosas son como son; y no pueden ser mejores de lo que son, porque, como son, son perfectas según su grado. EUMORFO. Consuélate con ese trabalengua. PROCLO. ¿Y por qué no consolarme? Asclepigenia y yo, con el libre albedrío de nuestras almas, dispusimos amarnos, y nos amamos y seguimos y seguiremos amándonos eternamente, ayudados del favor divino, que acude a nosotros en virtud de la plegaria.
Estaba yo tan nerviosa por las interminables discusiones que había tenido que sostener con la abuela en los últimos días, que me eché a llorar. Genoveva me abrazó. ¡Oh! no llores, Magdalena... Qué niña eres... Nadie te obliga a casarte... Sé razonable... Razonable... Que si quieres... Cada vez lloraba más... La de Ribert parecía consternada y Genoveva, para consolarme, acabó por llorar también.
Vivía en Mâcón, frente a mi casa, y al ver la menor señal de turbación o de dolor en mi semblante, corría a mi lado a consolarme y compartir conmigo las penas. Al morir quería legarme toda su fortuna, pero yo no lo he consentido: únicamente, y como recuerdo de amistad, he consentido en admitir algo de lo que constituía su fortuna, que no era escasa.
Cuando usted me habló de ella, cuando me dijo usted cuáles eran las preciosas y raras dotes de su persona y de su corazón, comprendí que en ella se encarnaba la aspiración de mi juventud, que esa era la hermana que jamás he podido consolarme de no encontrar a mi lado en las horas de alegría como en las de tristeza.
Yo seré siempre bastante rico, con tal de estar libre y tranquilo ... ¡Si fuese marido de Clementina, gastaría todo el dinero del tío Guichard en consolarme de vivir á su lado ...¡Mal negocio! Una vez en su casa, durmió mal; tuvo pesadillas espantosas y se despertó decidido á permanecer soltero.
Señora y madre mía, ¿será verdad que hoy vas a consolarme?... ¿Y cómo me vas a consolar? ¿Qué te he pedido anoche? ¡Eh!... chiquilla gritó la Señana con voz desapacible, como el más destemplado sonido que puede oírse en el mundo . Ven a lavarte esa cara de perro. La Nela corrió. Había sentido en su espíritu un sacudimiento como el que produce la repentina invasión de una gran esperanza.
He visto tu infidelidad al casarte con este gran filósofo; pero ya que te he perdido, he determinado consolarme en mi desdicha y ser tu yerno, porque la bella Angélica es tu vivo retrato, y te amaré á ti amando á ella. BEATRIZ. Que Angélica sea tuya ¡cuenta con mi promesa! Pero dime: ¿en dónde has estado después de todas nuestras desdichas?
Palabra del Dia
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