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Actualizado: 13 de junio de 2025
Con ella trato en balde de consolarme de mi corta ventura, teniendo la inocente vanidad de creerme con más de los 20 grados y de pasarme de listo en el sentido más profundo y filosófico de la frase. »Esta triste satisfacción que yo me doy es por demás alambicada para que le valga a mi mujer.
Pero el cura, que sabía que yo odiaba el llanto y que era bastante orgullosa como para demostrar delante de mi tía una pena causada por ella, se me acercó, me preguntó en secreto por qué lloraba y se esforzó en consolarme. No es nada, mi bueno y querido cura díjele yo enjugando mis lágrimas y echándome a reír. Tengo horror del dolor físico, me duele la cabeza y luego, debo estar horrorosa.
Sí, pareció; pero la procesión andaba por dentro.... Diez años fue buena: la vida es corta.... No fue tan poco. Mira, Frígilis, tu filosofía no es para consolar a un marido en mi situación.... Ya sé yo todo lo que tú puedes decirme, y mucho más.... Eso no es consolarme....
Mas si es verdad lo que comúnmente se dice, que el tener compañeros en los trabajos suele servir de alivio en ellos, con vuestra merced podré consolarme, pues sirve a otro amo tan tonto como el mío. -Tonto, pero valiente -respondió el del Bosque-, y más bellaco que tonto y que valiente.
4 Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo. 6 También Elam tomó aljaba en carro de hombres, y de caballeros; y Kir descubrió escudo. 8 Y desnudó la cobertura de Judá; y miraste en aquel día hacia la casa de armas del bosque.
En seguida, por entretenerme o por consolarme, comenzó a hablarme de la vida de ciertas flores..., el cuento de siempre: unas hojas, muy frescas ayer, que hoy se contraen y marchitan de repente; un tallo muy erguido que se encorva de pronto bajo el peso de la flor..., y una ráfaga insana que la tocó al pasar, o un insectillo impalpable que mordió la raíz.
El pobre anciano me dirigía miradas tristísimas, tenía húmedos los ojos, y le temblaba la voz. Traté de consolarle, y él me interrumpió: ¡Tú que has de decir! Me quieres, me amas, me respetas, y deseas consolarme. ¡Gracias, hijo mío! ¡Gracias! ¡Resígnate con la voluntad de Dios! El vela por sus criaturas.
Un poco contaba con ella para distraerme, pero de ningún modo para aturdirme y menos aún para consolarme. Por otro lado, el campesino persistía en mí y no podía resolverse a despojarse de sí mismo, porque había cambiado de medio.
Con disgustarse y criarse hiel en el estómago, ¿qué se consigue?... Aquí me tienes a mí. El mes pasado perdí un barco... Todo el mundo venía a consolarme creyendo que estaba desesperado. Yo les contestaba: Es verdad que perdí el Juanito; pero, y si hubiera perdido la Carmen, ¿no sería mucho peor? Pues lo mismo pude perder uno que otro, porque los dos estaban en la mar.
Lo ignoraba, nunca me había dado cuenta de lo que podía suceder en mi corazón. Sólo mis amigos eran capaces de consolarme, y fui en su busca. »Amigos míos les dije llorando; aconséjenme, sálvenme, me quieren casar. »Teobaldo se estremeció; luego le vi levantar los ojos al cielo y brillar en ellos una lágrima. »Carlos púsose pálido como la muerte, y nada me contestó.
Palabra del Dia
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