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Actualizado: 13 de junio de 2025


Parecióme con lo que dijo pasarme el corazón con saeta de montero, y comenzóme el estómago a escarbar de hambre, viéndose puesto en la dieta pasada. Fue fuera de casa; yo, por consolarme, abro el arca, y como vi el pan, comencélo de adorar, no osando recebillo. Contélos, si a dicha el lacerado se errara, y hallé su cuenta más verdadera que yo quisiera.

Y en eso me acuerdo de Marta, y me pregunto si a ella, en su calidad de primogénita, no le corresponde la primacía. Pero, para consolarme, me digo que, como ella ama a su Roberto, no necesita de ningún Príncipe.

Al día siguiente, mis inquietudes habían desaparecido a pesar de todo, pero por la tarde recibí una larga misiva de mi cura, llena de buenos consejos y con este final: «Reinita: tu carta ha venido a consolarme y alegrarme en mi soledad, te ruego que no te canses de escribirme. No que hacerme sin ti, y no voy al Zarzal, de miedo de llorar como un niño.

Su majestad está en la saleta azul, dijo la duquesa enjugándose las lágrimas ; me ha enviado delante, para que apartéis de aquí las personas que pudieran verla. Su majestad os creía muy enferma. ¡Ah! , del corazón, del alma... me estoy muriendo. Pero no estoy tan débil que no pueda ir á ver á su majestad. Vendrá á consolarme. La reina viene alegre, impaciente.

El ser que podía consolarme existía: no habría tenido otra cosa que hacer que ir en su busca, que abrirle mi corazón. Quizás habría sido aún tiempo. O quizás no: ya era demasiado tarde... ¡Demasiado tarde! ¿Sabe usted lo que estas palabras significan?... Un impulso de soberbia me detuvo. ¿Habría yo de suplicar?

Sin embargo, algunos días después del almuerzo de que he hablado, descubrí de un modo cierto que me había engañado groseramente, creyendo con toda simpleza, que el señor de Couprat estuviese enamorado . Sin embargo, como nunca he sido pesimista, me apresuré a argüir para consolarme.

Yo me sentí acongojada y aturdida, empecé a llorar y pedí ardientemente a lord Gray que me llevase otra vez a mi casa. »Quiso consolarme; el sentimiento del honor se encendió en con inusitada fuerza, y la vergüenza me inflamaba el alma como momentos antes la pasión. Deseé la muerte y busqué un arma para extinguir mi vida; lord Gray fingió enojarse o se enojó realmente.

Así he procurado consolarme de que hoy no lo sea, si bien escribiendo la más antimoratinesca de mis composiciones literarias. Bien puedo asegurar que hay en ella Cuanto puede hacinar la fantasía, en concebir delirios eminente: magia, blasón, alquimia, teosofía, náutica, bellas artes, oratoria, brahmánica y gentil mitología, sacra, profana, universal historia Y otras mil curiosidades.

Hice mal, muy mal, así lo comprendo, y acaso esta pena que oprime mi corazón es un castigo para . ¡Celos! dirás . Lo que quieras; yo que me duele el alma; que no ceso de llorar, y que tengo que ocultar mis lágrimas. No tengo a quien contar lo que me pasa, y acaso el pobre anciano podría consolarme y aliviar mi pena.

Palabra del Dia

vorsado

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