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Actualizado: 23 de octubre de 2025


Que viniera su madre, santo y bueno; pero que fuera ella a vestirse y acicalarse, de ningún modo... No lo podía consentir. O había o no había franqueza entre convecinos y hasta comparientes tan íntimos como nosotros. A puño cerrado creía que Neluco y yo nos habíamos quedado cortos en la manera de verla y admirarla.

De nuevo nuevas gracias dio don Quijote a la duquesa, y, en cenando, don Quijote se retiró en su aposento solo, sin consentir que nadie entrase con él a servirle: tanto se temía de encontrar ocasiones que le moviesen o forzasen a perder el honesto decoro que a su señora Dulcinea guardaba, siempre puesta en la imaginación la bondad de Amadís, flor y espejo de los andantes caballeros.

La madre de Rafael, cerrando puertas y balcones, miraba irritada al cielo cada vez que la masa popular, a la vuelta de un meeting, pasaba por su calle con banderas al frente, para detenerse un poco más allá, ante la vivienda del doctor, al que aclamaba con entusiasmo. «¿Hasta cuándo iba a consentir Dios que las personas honradas sufriesen?» Y aunque nadie la insultaba ni la pedía un alfiler, hablaba de la necesidad de trasladarse a otro punto.

Buscando el modo de triunfar de la obstinación de Isabel, Fernando quiso ir a Madrid en busca de Carlos y del cardenal Bibbiena, en la seguridad de que sólo ellos podrían vencerla. Tenía ya Fernando decidida su marcha, cuando tropezó con un nuevo obstáculo que hacía inútil su viaje. El duque de Carvajal, su padre, hízole saber su resolución de no consentir su matrimonio con Isabel.

Yo no sabía qué hacer y me encontraba en una gran dificultad, porque temía que la pequeña Elena muriera en mis brazos por falta de próximos auxilios. Merced a la promesa de una generosa recompensa, hice consentir a la campesina en que cuidara y amamantara a la niña durante algunos días, hasta que encontrara otra nodriza.

Pues no hay más sino que mañana habrá procesión cívica en honor de Riego, cuyo retrato será paseado por todas las calles de la Corte. Bien, bien dijo uno de los oyentes. ¿Íbamos á consentir que se maltratara al héroe de las Cabezas, al fundador de las libertades de España? Pues lo grave es que el Gobierno está decidido á que no haya procesión. Pero es cosa decidida.

Veamos ahora lo que dijo a Currito el Guapo, hallándose presentes las demás personas que hemos enumerado: Tu modo de proceder, amigo Currito, me tiene ya harto, y como soy alcalde no he de consentir que siga. Nadie te ha dado el encargo de vigilar y de celar a las muchachas y de hacer el papel, navaja en mano, de Catón censorino.

No le hablaba ni le daba un céntimo para sus gastos, limitándose a consentir que durmiese bajo su techo y comiese la ración. Al cabo de algunos meses los zapatos se habían despellejado y la ropa daba lástima verla. Pero todo lo suplía muy bien el letrado con el empaque y gravedad de la fisonomía y lo airoso de su porte.

Esta no se mostraba muy inclinada a consentir en lo que de ella se exigía. Se la llevó entonces a casa. Pero a los tres meses, con gran sorpresa suya, se presentó de nuevo en el convento, solicitando entrar de novicia. Don Sabino creía que la habían impulsado a ello desavenencias con su madre. Pasado el año de noviciado, se la envió a Guipúzcoa, y allí estuvo ejerciendo su ministerio dos años.

Bien, si no le araño ahora, le arañaré después dijo alzando los hombros con indiferencia. Tan resuelta estaba a ello . Suceda lo que suceda, yo no puedo consentir que ese tití mate a mi hija, ¿sabes?... Y en cuanto a esa pendona desorejada, no he de parar hasta que la escupa en la cara ... y al cabronazo de su marido, lo mismo.... ¡Pues estamos aviados!

Palabra del Dia

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