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Actualizado: 23 de octubre de 2025
Gracias; la salud de Juan no me inquieta; apostaría que se nos va a presentar con alguna Gretchen; hay que ser alemana para consentir en llamarse señora Durand. Es como para afligir: ¡señora Durand! ¡mamá Durand! Todos los nombres pueden ser ridiculizados así... ¿Entonces tú, para casarte, tendrás en cuenta el nombre que llevarán tus tarjetas?
Yo no puedo consentir en mi familia un degenerado y le he de matar más tarde o más temprano con este cuchillo. ¡No! ¡No mates a papá! exclamó el chico aterrado, viendo a su abuelo blandir el arma con ademán sanguinario. ¡Silencio! profirió con voz ronca aquél.
Pero no me prestaría a hacerlo, ni ninguno de mis colegas tampoco. ¿Y por qué, queréis decirme? Porque mutilar a un hombre sano es un crimen, por muy estúpido que sea, o muy hambriento que se halle el paciente para consentir en ello. A la verdad, doctor, que confundís mis nociones relativas a lo justo y a lo injusto.
No, Pablo, es que aquí, en casa, sucede una cosa horrible, una desgracia inaudita... ¿ves? ya estoy llorando; no puedo contenerme... tengo el cuerpo como si me hubieran dado de palos y alguien se me hubiera paseado por encima luego... anoche no he pegado mis ojos, cavilando, cavilando... pues, sucede, Pablo, que Quilito, de él se trata, desgraciadamente, en ese juego maldito de la Bolsa, ha perdido... no sé cuánto, mucho, y debe, y no puede pagar y ese don Raimundo irá mañana a casa de Esteven, y esto no lo podemos consentir...
Habló de esto sin nombrarnos a ninguno de los dos. »Explicó la resistencia de un padre a consentir en que su hija se casara, los múltiples accidentes que habían puesto en riesgo su vida, y por fin llegó al terrible episodio en que otra vez amenazó la muerte a aquella criatura a quien, desde que nació, consideraba como presa legítima.
Entonces el Marqués , metiendo las manos en los chapines, dijo: ¿Por qué hemos de consentir que no contradiga el Duque que lleve preso un alguacil a un pobrete como el Cojuelo? ¡Por vida de la Marquesa que no lo ha de llevar!
Estaba jadeante, pálido, desencajados los ojos, tembloroso. Juan le miraba con sumo interés; más que con interés, con cuidado. Temía que Montiño se hubiese vuelto loco. ¿Pero qué os sucede, tío? En primer lugar dijo el cocinero mayor , no me llaméis tío: yo no lo puedo consentir: he obedecido y he callado; pero me falta ya la resistencia á fuerza de desgracias y no me callo ni obedezco más.
Pero uno y otro eran tan como Dios manda, que a pesar de lo mucho que se querían, no se propasaron nunca a otra cosa sino a estrecharse afectuosamente las manos, y una o dos veces a lo más, a consentir ella en recibir un casto beso en la tersa y cándida frente, y a lograr él estamparle.
Lo cual visto por los tres, salieron a ella, y el cura fue el primero que le dijo: -Deteneos, señora, quienquiera que seáis, que los que aquí veis sólo tienen intención de serviros. No hay para qué os pongáis en tan impertinente huida, porque ni vuestros pies lo podrán sufrir ni nosotros consentir. A todo esto, ella no respondía palabra, atónita y confusa.
Sabe, por consiguiente, tan bien como nosotros, que los bosques de Carboneras son insuficientes en cuanto a leña e impropios en cuanto al pastoreo, privados de caminos de comunicación, y que nos es, por tanto, imposible consentir en lo que sería para nosotros un odioso engaño.
Palabra del Dia
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