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Actualizado: 17 de junio de 2025


Una vez viene al real de una tropa del interior, el patrón propone comprarle un caballo de tal pelo extraordinario, de tal figura, de tales prendas, con una estrella blanca en la paleta. El gaucho se recoge, medita un momento, y después de un rato de silencio, contesta: «No hay actualmente caballo así.» ¿Qué ha estado pensando el gaucho?

Resultas de esta terquedad los honrados jueces daban la razon á los frailes y todos se le reían diciendo que con la razon no se ganan los pleitos. Pero apelaba, cargaba su escopeta y recorría pausadamente los linderos. En este intervalo su vida parecía un delirio. Su hijo Tanò, un mozo alto como su padre y bueno como su hermana, cayó quinto; él le dejó partir en vez de comprarle un sustituto.

La onza semestral del Doctrino perecía en Lorencini ó en la Fontana en dos días de café, chocolate y jerez; pero después Javier escribía un artículo tremendo sobre la soberanía nacional para comprarle unas botas al poeta clásico, y el mismo Doctrino sacaba de un misterioso bolsillo un doblón de á cinco para atender á las necesidades amorosas de Javier, que tenía pendiente cierta cuestión con la hija de un coronel de caballería, hombre atroz y fiero como un cosaco.

Con la buena parroquia y aquel cajón siempre lleno, que semejaba esportillo del Banco, acabaron los mimos y complacencias de la jamona impúdica. Hízose, sobre todo, pedigüeña en grado inaguantable. Lo primero que el pobre hombre se vio imposibilitado de comprarle fue un corsé de cuatro duros, lleno de puntillas, lazos, pespuntes y escarolados.

»¿Qué padre hay que repare en la fatiga del cuerpo y del alma para lograr que su hija se atavíe con riqueza? Cada arruga de tu frente tiene el valor de una perla, cada una de tus canas puede comprarle un rubí; si agregas algunas gotas de tu sangre completarás su aderezo.

Hízole comprender el doctor que se deseaba tenerle embargado durante un mes, y comprarle unos ciento cincuenta centímetros cuadrados de su piel. La operación no es nada en le dijo, y os garantizo que os hará sufrir bien poco; pero os advierto, en cambio, que tendréis que tener una paciencia enorme para permanecer un mes inmóvil, con el brazo cosido a la nariz del señor.

Yo me encargo de pagarle la pensión en casa de Candelaria dijo Barbarita, secreteándose con su hija como los chiquillos que están concertando una travesura . Me parece que debo empezar por comprarle una camita. ¿A ti qué te parece? Replicó la otra que le parecía muy bien y se consoló mucho con esta conversación, dándose a forjar planes y a imaginar goces maternales.

Los padres se lo quieren dar todo a sus hijos, y si ven un caballo hermoso, con la cola que le reluce y el pelo como seda, no piensan en montarse ellos, como señorones, y salir trotando por la alameda, donde van de paseo por la tarde los coches y los jinetes, sino que piensan en sus hijos los padres, y se ponen a trabajar todavía más, para comprarle al hijito el caballo hermoso.

Su papá está lejos, lejos de la casa, trabajando para ella, para que la niña tenga casa linda y coma dulces finos los domingos, para comprarle a la niña vestiditos blancos y cintas azules, para guardar un poco de dinero, no vaya a ser que se muera el papá, y se quede sin nada en el mundo «la hijita». Lejos de la casa está el pobre papá, trabajando para «la hijita». La criada está allá adentro, preparando el baño.

No, yo no te hago ese disfavor... para que veas. Tengo la seguridad de que arrastrada y todo como eres, loca y sin pizca de juicio, tus faltas nacen del amor y no del interés; y los mismos disparates que haces por un hombre poderoso, que te da grandes cantidades, lo harías si fuera un pobre pelagatos y tuvieras que comprarle a él una cajetilla».

Palabra del Dia

irrascible

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