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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Mirando vagamente, ya aquí, ya allí, siente de pronto que alguno le tira de la capa: se vuelve, y observa un vendedor de naranjas que, inclinándose hacia él entre dos espectadores, le dice al oído que aquella dama que golpea con el abanico las rodillas, ha tenido un verdadero placer en ser testigo de su valor en la disputa sostenida antes, y que hará bien en comprarle por su amor una docena de naranjas.

Los cuales enseñaban a Barbarita, a más de las cretonas, unos satenes de algodón floreados que eran la gran novedad del día; y a la viciosa le faltaba tiempo para comprarle un vestido a su nuera, quien solía pasarlo a alguna de sus hermanas.

Hay gente loca, por supuesto, y es la que dice que no es verdad sino lo que se ve con los ojos. ¡Como si alguien viera el pensamiento, ni el cariño, ni lo que, allá dentro de su cabeza canosa, va hablándose el padre, para cuando haya trabajado mucho, y tenga con qué comprarle caballos como la seda o velocípedos como la luz a su hijo!

Allí, ocultándose detrás de los troncos de los árboles, estuvo en acecho largo rato. El niño al fin en una de sus escapatorias acertó a pasar junto a él. Le llamó, le besó, y rápidamente le arrastró consigo lejos para comprarle confites. Cuando estuvo a buena distancia de las criadas comenzó a seguir los caminos más extraviados del parque, y por ellos fue a salir a Atocha.

Verdaderamente no se podía pasar sin papel de cartas, ¡ni de qué servía un papel que no tuviera timbre!... «Aún me queda bastante dijo al regresar a su casa para poner a Mariano en un colegio y comprarle algo de ropa...». Hacía cuentas mentalmente; pero las cifras sustraídas eran tan rebeldes a su espíritu, que ni se acordaba bien de ellas, ni acordándose sabía darles su justo valor.

Hasta que me demuestren que tienen el derecho de quitármela, la guardaré dijo Marner . La madre ha muerto y supongo que no tiene padre: está sola en el mundo. Mi plata se fue a dar no dónde... No nada... Casi ni dónde estoy. ¡Pobre criatura! dijo Godfrey . Dejadme que os algo para comprarle ropas. Acababa de llevarse la mano al bolsillo y de sacar media guinea.

¡Ah! maese Marner dijo Dolly , no tenéis necesidad de comprarle más que un par de zapatos; tengo las enaguas que Aarón llevaba hace cinco años, y no valdría la pena emplear el dinero en comprar ropas de criatura, porque la niña que Dios la bendiga va a crecer como la hierba en el mes de mayo, podéis estar cierto.

Modesto cayó soldado, y como su padre no tenía lo bastante para comprarle un sustituto, pasó a las filas de un regimiento de infantería, en calidad de distinguido. Como era un bendito, y además de larga y seca catadura, pronto llegó a ser el objeto de las burlas y de las chanzas pesadas de sus compañeros.

El barrio de los notarios viejos, como aquel excelente y parroquial señor García, que, después de comprarle algunas biblias a Borrow, le dijo: Si alguna vez tiene usted ocasión de hablar de en letras de imprenta, no deje usted de hacerlo. Ya sabe mi nombre y mis títulos: Señor García, notario público de Pontevedra...

Yo me pregunto por qué has empleado el tiempo y el dinero en hacerle un gabán a ese señorito canino, y no se te ha ocurrido comprarle unos zapatos a la Nela. ¡Zapatos a la Nela! exclamó Sofía riendo . Y yo pregunto: ¿para qué los quiere?... Tardaría dos días en romperlos.

Palabra del Dia

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