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También me acuerdo mucho de las visitas que nos hacía Nolo los sábados por la noche. Si viene por Canzana...» Arrepara, Nolo, arrepara esta C. Parece talmente dibujada por un escribano. ¡Qué rasgos, eh! ¡qué plumeo! El pobre Nolo no tuvo más remedio que admirar aquella artística letra en el momento crítico en que deseaba comerse las que seguían.

Me... río; tenemos aún, quizá, ochocientas leguas que hacer y diez y ocho hombres que mantener; además, éstos deben ser los primeros, porque se hallan en estado de trabajar. Los que deja usted en la corbeta van a reventar como perros o a comerse los unos a los otros; porque mañana, pasado mañana... tendrán hambre. Me... río, ¡que revienten!

Dice tu mamá que te estoy mimando mucho. Toma, golosa le dijo él alargándole un pedazo de tortilla en el tenedor. Después de comérselo, la Delfina corrió al comedor. Al poco rato volvió riendo. «Aquí te tengo reservada esta pechuga de calandria. Toma, abre la boquita, nena». La nena cogió el tenedor, y después de comerse la pechuga, volvió a reír. ¡Qué alegre está el tiempo!

Era además golosa, muy golosa, capaz de comerse una fuente de confites sin asomos de indigestión. Pero no habían de ser fabricados por las monjas: por extraña contradicción con sus piadosas inclinaciones, odiaba todo lo que olía a convento. Pues por esta mujer estrambótica, bien podemos decir loca, fue educado el actual conde de Onís. Su carácter se resintió muchísimo.

Luego metería á su hija en un convento. Una vez libre, haría dejación de la cocina del rey, se retiraría de intrigas y de enredos, y se iría pacíficamente á comerse sus doblones á Navalcarnero, llevándose consigo la misteriosa arca, donde se encerraba indudablemente el destino del bastardo de Osuna.

Un servidor, en los veinticuatro años que yevo con mi Teresa, no la he fartao ni con er pensamiento, y eso que soy torero y tuve mis buenos días, y más de una moza me puso los ojos tiernos. Gallardo acabó riéndose del banderillero. Hablaba como un padre prior. ¿Y era él quien quería comerse crudos a los frailes? Nacional, no seas bruto.

Prosupuesto esto, has de considerar que yo padezco ahora la enfermedad que suelen tener algunas mujeres, que se les antoja comer tierra, yeso, carbón y otras cosas peores, aun asquerosas para mirarse, cuanto más para comerse; así que, es menester usar de algún artificio para que yo sane, y esto se podía hacer con facilidad, sólo con que comiences, aunque tibia y fingidamente, a solicitar a Camila, la cual no ha de ser tan tierna que a los primeros encuentros con su honestidad por tierra; y con solo este principio quedaré contento y habrás cumplido con lo que debes a nuestra amistad, no solamente dándome la vida, sino persuadiéndome de no verme sin honra.

No quedaba gente en Madrid y escaseaba el trabajo. Dos días sin enganchar el carro. Si esto seguía así, tendría que comerse con patatas a sus reverendos, a no ser que echase mano de sus aves de corral, que era el nombre que daba a la Loca y a sus hijuelos. Fue en Agosto cuando, a las once de la mañana, tuvo que bajar a la estación del Mediodía para cargar unos muebles. ¡Vaya una hora!

Yo admiro además la belleza, el talento y la refinada cultura de las mujeres anglo-americanas, las cuales son la más preciosa y segura garantía de que si se llevase á su práctica huraña la doctrina de Monroe y se volviese á establecer el divorcio entre el antiguo y el nuevo mundo, no volverían los habitadores del último á andar vestidos de plumas y de pieles, á sacrificar seres humanos á los ídolos y á comerse unos á otros.

La cólera le hacía olvidar todo lo que sabía de español, y lanzaba blasfemias en italiano, aludiendo á la Virgen y á la mayor parte de los habitantes del cielo. Además, pedía á los que intentaban separarlos que le dejasen comerse tranquilamente los hígados de su rival.