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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Allí no hubo mas que desensia. ¡Hombre, no fartaba más sino que a un siudadano como yo, que yevo a las urnias más de cien votos de mi barrio, le acumulasen que es amigote der Plumitas! La señora Angustias, vencida por las protestas del Nacional y poco segura de esta última noticia, acabó por no creerla. Bueno; nada del Plumitas. ¡Pero lo otro! ¡La ida al cortijo con aquella... hembra!
Un servidor, en los veinticuatro años que yevo con mi Teresa, no la he fartao ni con er pensamiento, y eso que soy torero y tuve mis buenos días, y más de una moza me puso los ojos tiernos. Gallardo acabó riéndose del banderillero. Hablaba como un padre prior. ¿Y era él quien quería comerse crudos a los frailes? Nacional, no seas bruto.
En sus cortijos hay orden pa que me den lo que pía y me dejen en paz... Esas cosas no se orvían nunca. ¡Con tanto rico pillo que hay en er mundo!... A lo mejor lo encuentro solo, montao en su cabayo lo mismo que un chaval, como si por él no pasasen años. «Vaya usté con Dió, señó marqué.» «Salú, muchacho.» No me conose, no adivina quién soy, porque yevo mi compañera y señalaba a la carabina metía bajo la manta.
Yo yevo ahora tres entre manos. Y el que así hablaba enorgullecíase de su guapeza incansable, que iba devorando los ahorros de las institutrices.
Ya que uno anda roto y hecho un Adán, pasando hambres, güeno es que la gente se lo figure de otro modo. Les compré el papel con lo que cantaban, y aquí lo yevo: la vía completa der Plumitas, con muchas mentiras, pero toda ella puesta en versos. Cosa güena. Cuando me tiendo en el monte, la leo pa aprendérmela de memoria. Debe haberla escrito algún señó que sabe mucho.
EL picador deseaba prolongar la estancia del bandolero, satisfecho de hablar con él como con un amigo de toda la vida y poder contar luego en la ciudad su interesante encuentro. Yevo tres horas aquí; debo irme. Nunca paso tanto tiempo en un sitio descubierto y llano como La Rinconá. Tal vez a estas horas hayan ido con er soplo de que estoy aquí.
¡Miserias, hijo! ¡Probezas y agonías!... Denque supe que toreabas hoy, me dije: «Vamos a ver a Juaniyo, que no habrá olvidao a la mare de su probesito compañero...» Pero ¡qué guapo estás, gitano! Así se van las mujeres toítas detrás de ti, condenao... Yo, muy mal, hijo. Ni camisa yevo. Entoavía no ha entrao hoy por mi boca mas que un poco de Cazaya.
Hizo él al oírla un gesto, que equivalía a un ¿por qué?, y prosiguió la vieja: Misté, don Pepito, la verdá, me han dao intenciones de callarme, porque... Vd. ya lo sabe, en deciocho años que yevo aquí, mayormente nunca me he metió en ná. Pero... en fin, que me da lástima de Vd. ¿Qué ocurre? ¡Hable Vd!
Palabra del Dia
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