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Actualizado: 5 de junio de 2025
El del padre me le ha revelado el cocinero mayor; el de la madre el bufón del rey. ¿Y no tenéis más pruebas que el dicho de esos dos hombres? No. Las circunstancias especiales en que me hallo respecto á ese joven, me impidieron preguntar, informarme acerca de él. ¿Las circunstancias especiales en que os halláis, os han impedido? De todo punto... hubiera sido inconveniente.
El debe ser; pero el cocinero mayor... ¿cómo se atreve ese hombre?... Francisco Montiño no está en Madrid esta noche. ¡Ah! ¿pues qué cosa grave ha sucedido para que deje sola su casa? Según me ha dicho su sobrino postizo, ha ido á Navalcarnero, donde queda agonizando un hermano suyo. ¡Oh! entonces el que ha pasado es el sargento mayor Juan de Guzmán.
El cocinero mayor estaba tan desencajado que daba miedo verle.
Es como su madre, apasionada y violenta; de la misma manera que su madre se enamoró de mí á primera vista, ella se ha enamorado de un hombre; ese hombre es el que ha herido á don Rodrigo; ese hombre, que es sobrino del cocinero mayor de su majestad, ha hecho suerte en veinticuatro horas; anteayer por la noche entró en Madrid, y hoy se encuentra metido en palacio, protegido y casado con la dama más hermosa y más difícil de la corte: con doña Clara Soldevilla.
Eso dicen, eso dicen exclamó el cocinero mayor ; pero seguid, seguid; decíais que don Francisco de Quevedo y el padre Aliaga trajeron á la señora.
¿Y de qué os he de perdonar? contestó con dulzura el padre Aliaga. Vos, señor, sois un gran personaje. No lo creáis; yo soy un siervo de Dios, aunque indigno, y vuestro hermano. Sois confesor del rey. Lo que no me hace ni más ni menos sacerdote que otro. Sois inquisidor general... El rey me lo manda. Y yo soy un cocinero, no más que un cocinero, que aunque lo es del rey...
No se había atrevido á cortar la palabra á la condesa, y temía que Montiño lo hubiese escuchado todo, á pesar de que doña Catalina había hablado bajo. Salid dijo á Montiño. Montiño salió. Venid conmigo. Y Quevedo asió del brazo al cocinero mayor. Lo siento, don Francisco, pero no puedo; tengo que hacer. Señor Francisco Montiño dijo la madre Ignacia desde detrás del torno.
El bufón desnudó su puñal y corrió también, pero cuando llegaba á la Cava Baja se encontró con que el ruido de las cuchilladas había cesado, y en su lugar se escuchaban á un tiempo grandes carcajadas y la voz trémula, turbada, del cocinero mayor, que decía: ¡Ah, señor! ¡señor! ¡me habéis salvado y os habéis salvado á vos mismo!
En la casa hay algo, porque los pájaros se ponen así cuando el cocinero anda por la cocina saliendo y entrando, con el delantal volándole por las piernas, y la olla de plata en las dos manos, oliendo a leche quemada y a vino dulce.
¿Sois la hija del cocinero mayor? dijo Dorotea. Soy su mujer contestó con cierta mortificación Luisa . ¿Para qué queréis á mi marido? Para hablarle. Acaba de salir. No importa dijo Dorotea entrándose en el cuarto . Le esperaré. Pero yo, señora, no os conozco. No le hace; vengo á preguntarle una cosa importante.
Palabra del Dia
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