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Actualizado: 28 de julio de 2025
Y eso que iban ya a pedirr la bendición a Su Santidad y todo, todo... Te advierto esto prosiguió el tío Frasquito, empinando el dedo porrque si piensas consultarrle alguna... vocación o confesarrte... ¿Confesarme yo? exclamó muy ofendido Jacobo . ¿De dónde sacas tú eso? Como decías que deseabas hablarle... ¿No es el padre Cifuentes el confesor y el director íntimo de mi mujer?...
Y glosando allá en su imaginación el parrafejo, discurría de este modo... Si la señora condesa de Albornoz va a Loyola, es decir, al padre Cifuentes, y confiesa sus pecados y pide a Dios perdón de sus extravíos, o lo que es lo mismo, embauca a aquel varón respetable, diciéndole lo que le parezca y callándose lo que juzgue conveniente para ponerle de su parte... a la sombra de su respetabilidad, agarrada a su manteo, entrará en el gremio de las beatas aristocráticas y se abrirá paso, rosario en mano, por el atajo de la piedad, hasta el alto puesto de que la calumnia y la ingratitud la han arrojado.
El padre Cifuentes abrió la tabaquera, y con la impasibilidad del hombre que golpea en los oídos de un sordo, con la sencillez con que hubiera dicho que hacía calor o estaba lloviendo, dijo tranquilamente: No, señora... Los ejemplos que vería en ella no conseguirían quizá corromperla, pero de seguro lograrían matarla...
Cuando la dama dejó de hablar, sacó el padre Cifuentes a relucir la tabaquera de cuerno, con su heraldo obligado, el pañuelo a cuadros azules y verdes, y con la mayor naturalidad del mundo dijo resueltamente: Su hija de usted no tiene vocación, señora condesa. Quedóse Currita estupefacta y desconcertada, y tartamudeó moviendo la cabecita: Pues ella me había dicho... Yo creía...
El correo de aquella mañana había traído a las dos señoras noticias importantes: la de Villasis había recibido la carta de Diógenes, y otra larga y detallada del padre Cifuentes.
Quedóse Jacobo mudo y pensativo por un momento, y el tío Frasquito, reventando de curiosidad, se apresuró a añadir muy atento y oficioso: Perrro si quierrres noticias cierrtas, yo conozco a una persona que puede dármelas. ¿Quién?... El padre Cifuentes. ¡Hombre!... ¿Conoces tú al padre Cifuentes?... ¡Ya lo crreo!
Anda huido de Constantinopla, donde ha hecho no sé qué atrocidades, y por lo visto ha olido que Elvira tiene dinero y quiere ahorrarle el trabajo de guardarlo. Mañana, antes de salir, tendrá una conferencia con el padre Cifuentes, que Francesca di Rimini le servirá de tercero...» Aquí notó Diógenes que la concordancia era vizcaína, y añadió: «...o de tercera.
Jacobo abrió la boca para replicar, pero el pañuelo a cuadros azules y amarillos, con algunos vivitos verdes, salió a relucir, y el padre Cifuentes añadió que creía, tenía entendido, le parecía probable que la señora marquesa de Sabadell estaba a punto de salir de Biarritz, y que en el caso de no encontrarla, lo más prudente y oportuno para el señor marqués sería dirigirse a la señora marquesa de Villasis, persona muy su amiga, de grandes luces y mayores virtudes, para la cual se brindaba a darle una carta suplicándole que las tomase ella en el asunto.
Currita sintió tal movimiento de gozo, que estuvo a pique de venderse... ¡Por fin triunfaba, y a pesar de su impasibilidad y no obstante sus marrullerías, hacía tragar al bendito padre todo el anzuelo!... Entre la marquesa de Villasis, la dama de mejor nombre de la corte, y el padre Cifuentes, el sacerdote de más prestigio, haría ella su entrada triunfal en el gremio de beatas aristocráticas, y una vez dentro, no bien tomase ella terreno, ya sabría reconquistar, palmo a palmo, los aplausos y las adulaciones, y colocarse de nuevo en el antiguo puesto perdido.
Debió ser Juan de Albret, marido de la reina Catalina hermana de Francisco Febo. En 15 de Febrero de este año hízose entrega por los moriscos de esta ciudad de la mezquita de la Morería al Adarvejo, cumpliendo el mandato de los Reyes Católicos; siendo asistente el Conde de Cifuentes. Hubo una avenida tan grande del Guadalquivir que rompió la puente.
Palabra del Dia
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