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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Si no lo ponía en práctica, como en casos semejantes había hecho, no era por falta de voluntad, sino por el temorcillo que la navaja de la chula había logrado inspirarle. No obstante, después de la escena escandalosa del teatro, la separación quedó resuelta en principio.
Carola se convenció de que aquel pobre hombre era incapaz de pegarle ni un tirón de orejas; pero vio claro que haría cualquier disparate por seguir poseyéndola o por hacerse la ilusión de que la poseía, y con aviesa intención, para enloquecerle y hechizarle, comenzó a desabrocharse el cuerpo del vestido y luego se alzó ligeramente la falda mientras moviendo en ondulaciones canallescas todo su cuerpo pecador, decía con voz de chula raída y descocada: ¿Crees que esta personilla se va a quedar sin corsé, y que estos pies van a salir a ganarlo, y que este cuerpo ha nacío para tumbarse en un catre desvencijao? ¿Crees que voy a domesticar al administraor pagándole en carne?
Unas veces se entretenía malignamente en atortolarle, en ponerle colorado, mostrándose viva y desenvuelta como una chula: otras se placa en seguirle el humor apareciendo melancólica, dirigiéndole miradas tímidas como una colegiala: otras, en fin, le trataba con tierna familiaridad, enterándose de su vida, de sus actos y sus pensamientos, como una madre o una hermana cariñosas.
El día que se me meta en el moño te clavo el corazón, con cuidao o sin él... ¿Qué te has figurao, viejo silbante, que después de lo que has hecho conmigo me ibas a tirar a la barredura, como un papel sucio?... ¡Ja, ja!... Que se te quite, infeliz. El traje, la actitud y la voz de la chula habían hecho pararse a algunos curiosos.
Creía verla de paje, de chula, de princesa, de gitana, y a veces medio desnuda, envuelta en un amplio manto rojo, destacando sobre un fondo de plantas tropicales y aureolada por los resplandores de la luz eléctrica. A la madrugada despertó intranquilo.
El lugar era ignominioso: un café con tabladillo para cantadores, banquetas más destripadas que caballo de picador, el techo ennegrecido a fuerza de humo, el ambiente apestando a tabaco de colillas, el piso escurridizo y viscoso de saliva; al fondo, un mostrador lleno de vasijas sucias y, en último término, una entre cocina y cueva, especie de laboratorio infernal consagrado al dios Cólico. El local casi desierto. Sólo en un rincón una pareja de chula y chulo, a quienes se oía decir:
Armaba cada pelotera de vez en cuando con la vecina del segundo, que la casa temblaba. ¡Así me gustan a mí! murmuró D. Laureano atusándose con mano trémula el bigote y devorando con los ojos a la hermosa chula, ¡Que muerdan y arañen como los gatos!
En suma, el mensajero inglés me amonestó para que abandonase mi empeño absurdo, del cual sólo podría originarse la perturbación de la paz doméstica en el seno de una honrada y nobilísima familia. No he de negarte aquí que el discurso de aquel mensajero inglés me revolvió ferozmente la bilis: estuvo a punto de restaurar en mí las bizarrías de mis verdes años y mis arrestos de chula.
A los diez parecía su íntimo amigo, departía con ellos familiarmente y hacía reír a la hermosa chula con la batería de chascarrillos y donaires que tenía reservados para las hijas del pueblo. Mientras tanto el semblante de nuestro buen amigo Mario expresaba una muda y profunda desesperación que causaba pena. Romadonga era capaz de pasarse toda la noche hablando con la chula.
Algún tiempo después de vivir de aquel modo, tuvo nuestro joven otro encuentro, fecundo también en graves consecuencias. Aconteció que un día de Carnaval se disfrazó de máscara, y en compañía de otros dos amigos, se bajó al Prado. Vestía traje de chula, y ostentaba, para mayor regocijo de los mirones, un seno exuberante, embutido de algodón.
Palabra del Dia
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