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Actualizado: 12 de mayo de 2025
¡Excelente amigo! exclamaba Villamelón . Ahora mismo voy a contestarle dándole las gracias... Currita abrió la boca con un gesto de ira como para decirle algo, y dominándose repentinamente, la volvió a cerrar, diciendo a poco con su suavidad acostumbrada: Pues mira... mándame la carta y le pondré yo cuatro letras; así me ahorro de escribirle largo...
Después de observarla un momento, Ramiro tuvo que cerrar los ojos y apoyarse contra el muro, apretando de nuevo el crucifijo para sellar, para incrustar en su propia carne la imagen del Redentor.
En la puerta se detuvo, miró a Petra mientras se embozaba, y la vio con los ojos fijos en el suelo, con una llave grande en la mano, esperando a que pasara él para cerrar. Parecía la estatua del sigilo. De Pas la acarició con una palmadita familiar en el hombro y dijo sonriendo: Ya hace fresco, muchacha.
Ocupaba un lugar en lo más alto de la popa, llamado «el tabernáculo», sentábase en un sillón de brazos semejante al de los antiguos barberos, y desde él gritaba sus órdenes a los proeles, mozos, grumetes y pajes, marinería despechugada, medio desnuda y famélica, en antigua relación con toda clase de parásitos. Al cerrar la noche se apagaban en el buque fuegos y luces, por miedo al incendio.
Eso lo han inventado ustedes los clérigos... para turbar la paz de esta hora... de esta hora dichosa... Pero yo la he comprado demasiado cara para desprenderme de ella... Hubo otro largo silencio. El enfermo volvió a cerrar los ojos. Aparte de cierta extraña agitación en los dedos, su actitud tranquila confirmaba el sentido de sus palabras.
El zaguán abierto de par en par, personas que aguardaban, mozos dispuestos para cerrar la puerta luego que entrase el ruidoso vehículo. ¡Hemos llegado!
»Esta idea me hirió como un rayo: sentí la sacudida en el pecho, y una oleada de lágrimas inundó mis ojos: ¡el primer beneficio que me otorgaba el duelo implacable de aquel día! Porque no oyera Luz mis sollozos, intenté cerrar la puerta; pero notó su débil rechinar y volvió la cara. Por si me había visto, me resolví a entrar, dispuesta a todo. De cualquier manera, yo no podía vivir así.
¡Infeliz! exclamó con ahogado sollozo . ¿Puede el dolor moral matar de esta manera? Cuando yo la recogí en la Trascava, estaba ya consumida por una fiebre espantosa. Pero eso no basta ¡ay!, no basta. Usted dice que no basta. Dios, la Naturaleza dicen que sí. Si parece que ha recibido una puñalada. Recuerde usted lo que han visto hace poco estos ojos que se van a cerrar para siempre.
Al cerrar los ojos sintió que su lecho, siempre inmóvil, también se sublevaba bajando y subiendo. Poco después se creía en el Océano, encerrado en un camarote, víctima del mareo y corriendo borrasca. Se levantó a las doce y no quiso hablar con su mujer y sus hijas de la cena, de la dichosa cena.
Chile le proporcionaba lo que él no se había atrevido a intentar, que era cerrar todas las vías de comercio que no dependiesen de Buenos Aires. Mendoza y San Juan, La Rioja y Tucumán, que proveían de ganados, harina, jabón y otros ramos valiosos a las provincias del norte de Chile, han abandonado este tráfico.
Palabra del Dia
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