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Actualizado: 28 de julio de 2025
En tres colas de ardilla se asentaba la taza de Adela, y a su chocolate se asomaban las dos ardillas, como a un mar de nueces. Dos quetzales altivos, dos quetzales de cola de tres plumas, larga la del centro como una flecha verde, se asían a los bordes de la taza de Ana: ¡el quetzal noble, que cuando cae cautivo o ve rota la pluma larga de su cola, muere!
Pues bien: en Rocchio todo era apariencia; incapaz de matar una mosca, su espíritu conciliador acogía a todos con la misma sonrisa, sin cuidarse de los rasguños de la malicia, semejante a un león al que han limado las uñas, desdeñoso de la curiosidad que despierta, cautivo y domesticado, pero que sabe bien que, de un golpe de zarpa, puede pulverizar al audaz que pretenda molestarle en demasía.
Por mucho que cavilase, no se daba cuenta de cómo aquel hijo, educado por padres escolapios, había salido volteriano hasta votar la tolerancia religiosa e importarle un bledo que el Papa estuviese cautivo.
Perfectamente respondí, convencido de que sería inútil hacérselo repetir. Y salí a la calle dispuesto a llegar allá a fuerza de preguntas. El aspecto de la ciudad me sorprendió y cautivó al mismo tiempo.
Y ¿qué fará agora la tu merced? ¿Si tendrás por ventura las mientes en tu cautivo caballero, que a tantos peligros, por sólo servirte, de su voluntad ha querido ponerse? Dame tú nuevas della, ¡oh luminaria de las tres caras!
Sin duda, todo esto es cierto; pero vosotros no debéis ignorar que CERVANTES fué herido y cautivo por muchos en el inhospitalario suelo del África, donde apuró hasta las heces el cáliz de la amargura, viviendo con la continua amenaza de la muerte. ¡No, por mi lanza! ¡No! ¡Jamás!
Levantóse luego uno de ellos y se colocó en medio, y tomando el cáliz se dispuso á consagrar el vino; aplicó al licor sus ardientes labios, rojos como los de una doncella, y su fragancia le cautivó el sentido; pero cuando libó la deliciosa copa, su dulzura y suavidad le sumergieron en un profundo arrobamiento.» La de la catedral.
Harto había notado Nuño la fina devoción y el acendrado rendimiento con que el mancebo cautivo miraba y servía a su señora; pero no se atrevía a sospechar que ella pagase con amor tan delicados extremos, si bien advertía que a veces, bajo la ardiente mirada del joven, doña Mencía bajaba suave y lánguidamente los ojos, y tal vez se ponía encarnada como las amapolas, y aun creyó percibir en ocasiones, por entre los párpados y sedosas pestañas de ella, asomar una lágrima, que más que amarga parecía ser de ternura.
Una cadena le echa á la garganta De fino oro, muy rica y bien labrada: El Inca luego al punto se levanta, Sintiendo de esto pena muy sobrada. Loyola con sus dos victoria canta, Juzgando por dichosa tal entrada: Rio arriba se vuelve placentero, Triunfando del cautivo y prisionero.
¡La pregunta es boba! respondió el primer cautivo ; tantas puertas tiene como tiene casas, y tantas fuentes, que yo no las sé, y tantos pozos que no los he visto, y los trabajos que yo en él he pasado me han quitado la memoria de mí mismo; y si el señor alcalde quiere ir contra la caridad cristiana, recogeremos los cuartos y alzaremos la tienda, y a Dios aho, que tan buen pan hacen aquí como en Francia.
Palabra del Dia
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