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Actualizado: 28 de junio de 2025
Gran muro divisorio que segun el Koran separa el paraiso del infierno. Párrafo 3.º, art. 5, cap. Del repudio, Leyes morales etc. El que repudiaba á su muger y se arrepentia de haberla repudiado, en los cuatro meses de alheda ó plazo para la reconciliacion no podia tener comercio con ella si antes no daba libertad á un cautivo.
Juan Gago este cautivo se decia: De Guadalupe mozo virtuoso, En Logrosan, mi patria, me servia Al tiempo que dej
Después, convirtiéndolos al cautivo, le miró con asombro y cariño largo rato, embargada por la emoción, como si estuviese en presencia del mismo San Luis Gonzaga. En efecto, el semblante del joven, rebosando de calma celeste y resignación, merecía un nimbo de luz. Todo era puro, inefable, en aquel semblante radioso.
Don Fernando replica en seguida que no consiente en ser rescatado á este precio, y encarga á su hermano con insistencia, al despedirse de él, que nunca olvide sus deberes de cristiano. Entonces comienza la serie de pruebas, que ha de sufrir el cautivo, aunque al principio lo trate el Rey con atención.
-Y más -replicó el caballero-, que yo sé los sonetos que mi hermano hizo. -Dígalos, pues, vuestra merced -dijo el cautivo-, que los sabrá decir mejor que yo. -Que me place -respondió el caballero-; y el de la Goleta decía así: Capítulo XL. Donde se prosigue la historia del cautivo Soneto
El quetzal es el pájaro hermoso de Guatemala, el pájaro de verde brillante con la larga pluma, que se muere de dolor cuando cae cautivo, o cuando se le rompe o lastima la pluma de la cola. Es un pájaro que brilla a la luz, como las cabezas de los colibríes, que parecen piedras preciosas, o joyas de tornasol, que de un lado fueran topacio, y de otro ópalo, y de otro amatista.
Hay que tener mucha intimidad con la naturaleza para no sentir inquietud al verse cautivo de la niebla; el objeto más chico adquiere proporciones inmensas, infinitas. Algo vago y obscuro parece venir á nuestro encuentro para apoderarse de nosotros. Parece una rama y hasta un árbol lo que no es más que un tallo de hierba.
Luego se sentaron Luscinda y Zoraida, y frontero dellas don Fernando y Cardenio, y luego el cautivo y los demás caballeros, y, al lado de las señoras, el cura y el barbero.
No se sabe si llamado por ella, o por iniciativa propia, vino el mariscal D. Diego desde el castillo de Baena a visitar a su prima. De todos modos, D. Diego no sabía, o aparentó no saber, que el mancebo cautivo había recobrado su libertad. Preguntó por él a doña Mencía y mostró deseo de verle.
Y no es el amor de las almas, ni tampoco el amor de los sentidos, cautivo de la material hermosura, sino tan apretada e íntima combinación de ambos amores, que no hay análisis que separe sus elementos, apareciendo tan complicado amor con la irreductible sencillez del oro más acendrado y puro.
Palabra del Dia
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