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Actualizado: 1 de junio de 2025


Don Gabriel presta su juramento, y se presenta de nuevo en la corte como si no estuviera enamorado: su corazón se inclina á Beatriz; pero los diversos objetos suyos, que poseen las Princesas, la simpatía que le manifiestan y otras circunstancias casuales que concurren en este enredo, le confunden de manera que, complicándose aquél más y más, ya que no podemos, por desgracia, descender á sus pormenores, se resuelve al cabo casándose el caballero, como ardientemente deseaba, con la princesa Doña Beatriz.

La relacion de los elementos anuales de la poblacion es muy curiosa, y no lo seria ménos la pariedad de estos elementos con aquellos que existen en las ciudades europeas, donde, en ciertas esferas de la sociedad, la falta de comodidades, la desigualdad de fortunas y mil otros motivos, impidiendo casarse á muchos individuos de ámbos sexos, dan lugar á un sin número de nacimientos ilegítimos; mientras que en las provincias de Moxos y de Chiquitos, casándose todos los individuos desde que tienen la suficiente edad, no se encuentran hijos naturales.

El rostro de una joven asomada a la ventanilla de uno de los carruajes del cortejo fúnebre pareció cambiar el curso de sus ideas. No; era una locura buscar la muerte. Si no hubiese conocido a Tónica, podría aceptar tan desesperada resolución; pero siendo amado por ella, era una locura. Aún había remedio. Una parte de su capital la había entregado a don Ramón Morte, no para jugadas de Bolsa, sino para la adquisición de valores públicos. Vendería, aunque fuese con pérdida, esta parte segura de su capital; pagaría las deudas importantes que había contraído por salvar a su madre, y con lo que le quedase se establecería modestamente, sería el dueño de Las Tres Rosas o de una tienda más pequeña, casándose en seguida con Tónica.

No podría reemplazar sin duda dignamente el bien que perdía dijo Monsalud, sentándose junto al perniquebrado Cordero ; pero parte del bien que merece lo hallaría tal vez... casándose conmigo. Los dos se miraron asombrados y con ligero ceño. ¡Con usted! exclamó el de Boteros volviendo de su sorpresa... ¿Ha pensado usted en eso alguna vez? Muchas. ¡Si yo no existiese!... ¿Y ella consentiría?...

Julia se asusta al principio de su aparición, tomándolo por un fantasma, hasta que le refiere la historia de su salvación, pasando después juntos horas muy felices; para el Duque, no obstante, es siempre un muerto, asombrándolo con sus apariciones, hasta que, en virtud de otros sucesos del enredo, se llega á su desenlace, descubriéndose todo y casándose seguro con Julia, con el beneplácito del Duque.

La carcajada de los atlots atrajo su atención, adivinando confusamente algo hostil para su persona. ¿Qué decía aquel cordero rabioso?... La voz del cantor, su pronunciación campesina y los continuos cloqueos con que cortaba los versos eran poco inteligibles para Jaime; pero lentamente fue dándose cuenta de que el romance iba dirigido a las atlotas que desean abandonar el campo, casándose con caballeros, para lucir los mismos adornos que las señoras de la ciudad.

Porque ha venido a casa de tertulia, y porque me ha regalado el traje, y porque las malas lenguas murmuran, piensa él remediar el mal casándose conmigo. Pues entonces la misma razón hay para que contigo se case, porque también de él y de ti dijeron, o para que me case yo con el hijo del herrador, ya que más y peor han hablado de mis relaciones con él que de mi relaciones con don Paco.

Aunque me había dejado usted adivinar algo esta mañana, no podía yo sospechar en modo alguno la realidad. ¿Y usted? agregó, acompañándola hasta su asiento. Dígame: ¿Cuándo podré felicitarla yo a usted? ¿Felicitarme a ? ¿De dónde saca usted que pueda ocurrir tal cosa? ¿Es posible que llegue nunca ese caso? , Antoñita; casándose usted.

No; te lo repito: el tío se opone. Hasta las gentes del populacho que se decían enemigas de los ricos se indignarían al ver a un butifarra casándose con una chueta. Había que respetar el ambiente tradicional de la isla, so pena de morir como moriría su hermano Benito, por falta de aire. Era peligroso querer modificar de un golpe la obra de siglos.

El burlador de Trini vuelve de Buenos Aires, donde ha pasado años y donde ha ganado bastante dinero. Quiere reparar su falta, casándose con Trini; pero ésta no es como la dama de Calderón, que acepta al burlador por marido, porque sólo piensa en restaurar su honor y porque no ama a nadie. Trini ama a otro y rechaza al burlador, que no le inspira amor, sino repugnancia.

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