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Actualizado: 18 de octubre de 2025


Estoy segura que fué el año 3 dijo Paz, cuando el primo vino de la guerra de Francia. Que el 98, Paz afirmó Salomé, el 98. Hace ya veinticinco años. Jesús, mujer: te aseguro que fué el año 3; me acuerdo bien. Yo tenía entonces ... quince años. Señoras, no hace al caso la fecha dijo Carrascosa, cortando aquella peligrosa cuestión.

Señora, yo tengo para que es un gran predicador dijo Carrascosa. El año 12 fué, como ustedes saben, Diputado en aquellas Cortes; el 14 firmó la exposición de los persasNoble carácter! Después, la amistad del Rey le ha elevado á puestos muy altos; y para probar su mérito, baste decir que él fué quien descubrió la conspiración de Porlier.

Aborrecía ya a aquel hombre Cervantes, y por nada del mundo hubiera querido obligarse a no pedirle razón cumplida, espada contra espada, de todas las desgracias que había causado a la madre de doña Guiomar y a ella misma; y por esto, y aunque ardía en deseos de tener cuanto antes presentes las perfecciones y los encantos de su bien amada, deteníase, y pensaba en que tal vez sería mejor ir a buscar a aquel bachiller Carrascosa, su amigo, porque conocía a todo el mundo en Sevilla, y debía conocer a don Baltasar de Peralta, y preguntarle cuál fuese su morada, e ir a buscarle y provocarle de tal manera, que no pudiese dejar de ponerle en la ocasión de matarle.

Cuando tengamos ocasión de penetrar en la vida privada de Carrascosa, sabremos algunos detalles de cierta aventura con una beldad quintañona de la calle de la Gorguera, y sabremos también los malos ratos que con este motivo le hizo pasar cierto estudiantillo, poeta clásico, autor de la nunca bien ponderada tragedia de los Gracos. "¿Pues no ha de ocurrir? dijo Calleja.

En estas ocupaciones estaba, mal ceñidas las faldas, sin corsé y descubiertas con negligente desnudez las dos terceras partes de su voluminoso seno, cuando una persona entró en la casa, y acercándose al cuarto de la diosa, dió un par de golpecitos en la puerta. ¿Quién? dijo alarmada la vizcaína. Yo. Por Dios, Carrascosa, no entre usted, que estoy....

Es verdad también que Romero Alpuente no es ningún rana dijo otro de los presentes. ¿Cómo rana? exclamó, animándose, Calleja. ¡Que le sobra talento por los tejados!... Y á usted, señor Carrascosa, ¿quién le ha dicho que yo no soy competente? ¿Quién es usted para saberlo? ¿Que quién soy? ¿Y usted qué entiende de discursos? Vamos, señor don Gil, no apure usted mi paciencia.

No consentiré yo tal cosa. ¡Hasta las personas más perfectas caen alguna vez! ¡Hasta de los hombres más de bien y de mejor conducta se vale el demonio para sus perversos fines! ¡Quién diría que usted, señor don Gil Carrascosa, había de ser instrumento de perdición para esta pobre muchacha! ¡Yo, señora mía!

A este bachiller Carrascosa, que así se llamaba, iba a agarrarse nuestro Miguel, si era, se repite, que no le había agarrado la justicia, a fin de que dónde iba y dónde vivía le dijese, aquel irreconciliable enemigo de amor de su bella indiana; y ya apretaba los dientes y crispaba el puño Cervantes, ante él creyéndose en algún apartado sitio donde le llevase, y a sus pies le viese ensangrentado y muerto de alguna buena estocada, y a su doña Guiomar alegre y tranquila al verse libre de aquella su pavorosa y eterna pesadilla; y con estas imaginaciones, y sin pensar en las cuentas en que con la justicia iba a meterse tan sin vacilación ni empacho, íbase embraveciendo Miguel, y crecía tanto en su pecho su amorosa llama, que harto claros indicios de ello daban la brava y siniestra mirada de sus ojos, y el ardoroso aliento que de su pecho salía.

Carrascosa era hombre de mucha travesura y socaliña, sutil como el aire, capaz de urdir en el seno de las familias las más hábiles marañas; iba y venía sigilosamente su color de preparar fiestas, de arreglar procesiones, y era, en resumen, un pícaro tercero. Así le llamamos por no darle otro nombre un poco soez, que alguien le aplicó oportunamente y conservó entre muchos con justicia.

Por Dios, señor de Carrascosa: en verdad tiene usted unas cosas ... dijo Salomé pasando la mano por el fragmento de cabellera que entre su apergaminada frente y su tocado aparecía. ¡Jesús! repórtese por Dios dijo desde dentro la devota. Me horrorizan sus palabras.

Palabra del Dia

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