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Actualizado: 18 de junio de 2025
-Sí, señor -respondió el galeote-, que no hay peor cosa que cantar en el ansia. -Antes, he yo oído decir -dijo don Quijote- que quien canta sus males espanta. -Acá es al revés -dijo el galeote-, que quien canta una vez llora toda la vida. -No lo entiendo -dijo don Quijote.
Luego el perro de Satanás me atormentaba por vengarse, y cuando empezaba la misa, a mí me parecía que alzaban el telón, y cuando yo rompía a cantar, se me venía a la boca aquello de El Siglo, que dice: 'Somos figurines vivos.... Y un día por poco no lo suelto... Pillinadas del diablo; pero no podía conmigo ni con mi fe, y tanto hice que lo metí en un puño, y ahora, que se atreva, ¿a que no se atreve?... Llora, hija, llora todo lo que quieras, que Dios te iluminará y te dará su gracia».
Quiero le dijo el general que sea hombre de bien, capaz de grandes cosas, enemigo de las pequeñas... y aunque no ha de cantar misa, ni hace falta que se coma los santos, muy religioso. Nada de beaterías: espíritu religioso, temor de Dios y amor al prójimo. ¡Cristiano de verdad! ¡En fin, que sea todo un hombre!
González de Salas, Ilustración á la Poética de Aristóteles, sección 8.ª Colección de las mejores coplas de seguidillas, tiranas y polos que se han compuesto para cantar á la guitarra, por D. Preciso: Madrid, dos tomos. Tomo I, página 12. Poesías de Francisco de Quevedo: Bruselas, 1670, tomo III, pág. 233.
Algunas veces cesaba de leer y ponía su mirada en el techo con una expresión de éxtasis. El deseo parecía cantar dentro de su cráneo: «¡Ser héroe de novela!... ¡Verse amado por una gran señora!» Una tarde, cuando menos lo esperaba, Moreno vió llegar frente á su casa al ingeniero Canterac montado á caballo. A tales horas estaba siempre vigilando las obras del dique.
Don Luis tuvo buen cuidado de no poner en noticia de su padre la ofensa que le había hecho el conde de Genazahar. Su padre, que no iba a cantar misa y que tenía una índole poco sufrida, se hubiera lanzado al instante a tomar la venganza que él no tomó. Solo ya D. Luis, dejó el comedor para no ver a nadie, y volvió al retiro de su estancia para abismarse más profundamente en sus ideas.
Sólo te pido, ahogando mis lamentos, por la misma crueldad con que condenas un débil sér á bárbaros tormentos, que en mí arrojes dolor á manos llenas, porque nunca me falten pensamientos para cantar tus obras y mis penas. Hija, ¿qué te diria que fuera de mi amor vivo traslado?... Dos palabras no más; oye: ¡hija mía! ¿Es poco?... Al escribirlas he llorado.
Comenzó á cortar algunas pequeñas ramas, aquellas que no hacían falta á los árboles, y mientras tanto soltó el torrente de su voz cantando una de las baladas del país. En Oviedo no podía cantar de aquel modo con todo el aliento de su pecho. ¡Siempre el horrible solfeo, el aburrido piano! En cuanto daba una voz más alta que otra ¡chut, chut, silencio!
El buen viejo parecia muy contrariado por falta de confianza, y se habia vuelto taciturno. Así, la sola ocupacion del gigante de la verde Erin, hasta San-Thomas, se redujo á destapar botellas y devolverlas vacías, fumar, silbar con melancolía y cantar á hurtadillas algunas canciones de su tierra, un tanto cuanto coloradas para ser de país católico romano.
Don Víctor, que se aburría abajo, oyó cantar el Spirto gentil y subió. Le daba ahora por la música. Cantar óperas, a su modo, y oír cantar a los que afinaban más que él, era su delicia por aquella temporada, y si todo esto se hacía a la luz de la luna, miel sobre hojuelas.
Palabra del Dia
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