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Actualizado: 18 de junio de 2025
Soñaba despierta al cantar, poniendo en sus palabras temblores de pasión, subiéndole a los ojos una lacrimosidad emocionante. El hombre sencillo y fuerte, el guerrero, tal vez estaba detrás de ella... ¿Por qué no?
En vano Carmencita hubiera hecho a gritos aquella pregunta desde la tronera de la casona. Salvador no hubiera cruzado el camino al alcance de su voz apesarada. Salvador estaba muy lejos de la paz gimiente del valle y del cantar ronco del Salia.
La llegada a Madrid del célebre cantor Tenorini puso cima a la gloria de María, por la admiración con que la encomiaba aquel coloso y por el empeño que manifestó en cantar acompañado de una voz digna de unirse a la suya.
¡Que canten, cóncholes! replica el estudiante, que á mí me gustan mucho las marzas.... ¡Ea, á cantar! añade luego, abriendo una rendijilla, nada más, de la ventana.
Al oír Rafael la pregunta que se le dirigía, procuró serenarse y respondió: Eloisita, tengo un día más que ayer y uno menos de vida. Ya sé lo que tenéis, Arias; y conozco cuanto sufrís. Eloisita, me vais a meter aprensión como a don Basilio y se puso a cantar . ¡Qué mala cara! En vano disimuláis; hay lágrimas en vuestra risa, Arias.
Al propio tiempo tocaba y cantaba hasta desgañitarse... «Que se calle usted... por amor de Dios... Nos deja sordos dijo la santa sacando su portamonedas . Tenga, y a la calle a cantar. Hoy no quiero aquí fandangos. ¿Me entiende?». Marchose el porfiado ciego, y la fundadora siguió hablando con el Padre Nones: «Suba usted a ver si me la reconcilia y le da la última pasadita.
Formaban el jardín tres o cuatro mezquinos recuadros de flores vulgares, las enredaderas enroscadas a la verja, y varias acacias, cuyas fornidas ramas ocultando casi por completo los balcones, oponían a la curiosidad una cortina impenetrable. Las persianas estaban continuamente caídas y las vidrieras se abrían rara vez, sin que nunca sonase dentro cantar de criada ni piano de señora.
7 Que no se trabe mi lengua Ni me falte la palabra: El cantar mi gloria labra Y poniéndome a cantar, Cantando me han de encontrar Aunque la tierra se abra. 8 Me siento en el plan de un bajo A cantar un argumento: Como si soplara el viento Hago tiritar los pastos; Con oros, copas y bastos Juega allí mi pensamiento.
Era horriblemente fea, andrajosa, fétida, y al cantar parecía que se le salían del casco los ojos cuajados y reventones, como los de un pez muerto. Tenía la cara llena de cicatrices de viruelas.
Buen provecho le haga a usted dijo señá Rosa . Puede ser que tenga usted los oídos a prueba de bomba. Pero si a usted le gusta, a mí no. Eso de venir a cantar a las rejas de una mujer honrada, ni le hace favor ni viene a qué. La fisonomía de don Modesto expresó una respuesta muda, dividida en tres partes. En primer lugar, la extrañeza, que parecía decir: ¡Qué! ¡Ramón galantea a mi patrona!
Palabra del Dia
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