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Actualizado: 23 de junio de 2025
En vano Carmencita hubiera hecho a gritos aquella pregunta desde la tronera de la casona. Salvador no hubiera cruzado el camino al alcance de su voz apesarada. Salvador estaba muy lejos de la paz gimiente del valle y del cantar ronco del Salia.
Era un cuartito con una tronera alzada sobre el alero del tejado; nadie le habitaba, y ella solía subir allí a ver cómo el sol pasaba por el valle, a mandar un beso a la torre lejana de Luzmela y una oración al alto cementerio, donde su protector dormía ajeno a tanta desventura. Se oía desde el alto rincón la voz recia del Salia, acordada en eterno cantar glorioso.
Desdicha, el gato errante y hambriento, que había presenciado aquella escena, huía por los aleros ondulantes con un galope de terror; y en un alambre tendido sobre el hueco de la tronera, dos golondrinas, recién llegadas, coqueteaban en un delicioso palique discutiendo sus proyectos de anidar....
En la casona, sobre la cumbre del tejado, Desdicha maullaba con lastimera voz y las dos golondrinas rimaban dulcemente su poema de amor en el vano de la tronera. Nadie pudo averiguar por qué artes diabólicas fué restituida Carmencita aquella misma noche a poder de doña Rebeca. La vieron vagar por el campo como enajenada, con los, cabellos destrenzados y flotantes y la ropa abierta en túrdigas.
Al llegar aquí, y viendo la precisión con que mi amiga X ... había descrito la vida del estudiante tronera, no pude menos de interrogarla, y con cierto disimulo, para que no lo oyera su madre, me dijo no le era desconocido Fígaro ni Mesonero Romanos, y que casi podría recordar alguna de las bellísimas redondillas de El estudiante de Salamanca.
En el coronamiento de la torre, una tronera que había servido en otros tiempos para un pequeño cañón recortaba su tajadura sobre el azul del cielo. A un lado del promontorio, cortado a pico sobre el mar, descendía el terreno, cubriéndose de verde con arboledas bajas y frondosas, entre las cuales asomaba la mancha blanca de un exiguo caserío.
Cosas de la edad. A la juventud hay que dejarla divertirse. Por eso es tan elegante y tiene buenas relaciones. Pero no estudia ni hace nada de provecho dijo el comerciante, con la inflexibilidad de un hombre dedicado al trabajo. Ya estudiará; talento le sobra para ser sabio. Su padre fue un tronera y vea usted adonde llegó.
La pobre niña ha estado enferma hace poco con unas calenturas malignas que la han puesto al borde del sepulcro.... ¡Cuánto hemos sufrido! La condesa de Rumblar y yo alternábamos para velarla... una noche ella, otra yo.... Usted conocerá seguramente a la condesa de Rumblar, y a su hija Presentacioncita, y a su yerno Gasparito Grijalva, ese tronera, liberalote que concluirá en la horca....
Añadían ambas que Antoñuelo era travieso y muy tronera, que daba a su padre grandes desazones, que de él podían temerse mayores males aún y que a Juanita ni remotamente le convenía para novio; pero ella no acertaba a prescindir del cariño fraternal que le tenía, ni a prohibirle que viniese a verla, ni a dejar de darle buenos consejos y amonestaciones, los cuales eran el asunto de los cuchicheos.
Palabra del Dia
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