Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 15 de junio de 2025


Hermosa, morena, como enajenada, cantaba: Ni debo amarte ni olvidarte puedo, y hondo dolor mi corazón destroza. ¡Contigo, el crimen, y sin ti, la muerte! Lejos de ti, todo en mi vida es sombra. Aunque maldigo mi pasión insana, me complazco en sus cuitas deliciosas. Ni quiero amarte ni olvidarte puedo. ¡Malhaya el lazo!; pero ¿quién lo corta?

De esta suerte cantaba, sin mirar a nadie, morena, hermosa, como enajenada; parecía que lo que cantaba no fuese una canción, sino la realidad, y en todos producía una impresión de realidad. La tristeza invadía las almas, los corazones se llenaban de la nostalgia de algo desconocido y bello, la memoria evocaba algo que quizá no había existido nunca.

La humanidad, renovando de generación en generación su activa esperanza y su ansiosa fe en un ideal, al través de la dura experiencia de los siglos, hacía pensar a Guyau en la obsesión de aquella pobre enajenada cuya extraña y conmovedora locura consistía en creer llegado, constantemente, el día de sus bodas.

La palabra catalexis se oía de cuando en cuando como tema de aquella alborotada sinfonía y servía de incentivo para avivar el estruendo y la algazara. ¿Y qué es la catalexis? dijo con voz de trueno el Sultán al ver pavonearse de vanagloria al inventor de la palabra, y que con ella quedaban las cosas como antes y la Sultana tan enajenada y en peligrosa situación.

Al propio tiempo venían nuncios y embajadores de los aposentos de las sultanas, siempre con las tristes nuevas de que Híala permanecía en su misma enajenada situación. El Sultán, en profunda meditación, se hallaba fantaseando sobre lo extraño de aquellas aventuras, reclinado en su alfarir o solio de púrpura, cuando apareció ante sus ojos el amable Abu-el-Casín, capitán de la guardia africana.

Una ola de armonía celeste llenó instantáneamente todo su ámbito llegando hasta los más tenebrosos rincones. Elena se sintió enajenada.

En la casona, sobre la cumbre del tejado, Desdicha maullaba con lastimera voz y las dos golondrinas rimaban dulcemente su poema de amor en el vano de la tronera. Nadie pudo averiguar por qué artes diabólicas fué restituida Carmencita aquella misma noche a poder de doña Rebeca. La vieron vagar por el campo como enajenada, con los, cabellos destrenzados y flotantes y la ropa abierta en túrdigas.

Un día la mestiza, á quien sirve la niña, necesitó un ser de sus condiciones; habló con la cabecilla, y previos justos y legítimos pagos, le transmitió la propiedad, sin que para nada interviniera la voluntad de la enajenada. Se dirá: pero la esclavitud ¿existe en Filipinas? ¿no hay leyes? ¿no velan justos tribunales? Los hay; pero ¿qué sabe la pobre niña de leyes, de jueces, ni de derechos?

Se detuvo delante de él, lo alzó y lo contempló unos momentos con interés; luego, echando una mirada tímida a la puerta, lo llevó a los labios dos o tres veces y lo dejó donde estaba. Permaneció algunos minutos inmóvil, de pie en medio de la habitación, con los ojos en el vacío, enajenada por intensa meditación.

Por otra parte, me era preciso acercarme a esa beldad para conocer la fuerza del poder que la tiene enajenada. En fin, todo está conocido; todo se remediará.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando