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Actualizado: 1 de julio de 2025


Estuvo en el Retamal y en el Llanete, que está junto, donde le descalabraron dos veces; fué á la fuente de Genazahar y al Pilar de Abajo; subió al Laderón y á la Nava, y extendió sus excursiones hasta el cerro de Jilena y el monte de Horquera, poblado entonces de corpulentas y seculares encinas.

Allí se dirigió don Luis, y desde la puerta vio al conde de Genazahar, que jugaba al monte, haciendo de banquero. Cinco personas nada más apuntaban; dos eran forasteros como el conde; las otras tres eran el capitán de caballería encargado de la remonta, Currito y el médico. No podían disponerse las cosas más al intento de D. Luis.

D. Pedro interrumpió a su hijo con una carcajada y continuó la frase: Y que ella está enamorada de ti, y que la noche de la velada de San Juan estuviste con ella en dulces coloquios hasta las dos de la mañana, y que por ella buscaste un lance con el conde de Genazahar a quien has roto la cabeza. Pues, hijo, bravo secreto me confías.

Currito llevó a D. Luis y D. Luis se dejó llevar a la sala donde estaba la flor y nata de los elegantes, dandies y cocodés del lugar y de toda la comarca. Entre ellos descollaba el conde de Genazahar, de la vecina ciudad de... Era un personaje ilustre y respetado. Había pasado en Madrid y en Sevilla largas temporadas, y se vestía con los mejores sastres, así de majo como de señorito.

Había sido diputado dos veces y había hecho una interpelación al gobierno sobre un atropello de un alcalde-corregidor. Tendría el conde de Genazahar treinta y tantos años; era buen mozo y lo sabía, y se jactaba además de tremendo en paz y en lides, en desafíos y en amores.

Don Luis tuvo buen cuidado de no poner en noticia de su padre la ofensa que le había hecho el conde de Genazahar. Su padre, que no iba a cantar misa y que tenía una índole poco sufrida, se hubiera lanzado al instante a tomar la venganza que él no tomó. Solo ya D. Luis, dejó el comedor para no ver a nadie, y volvió al retiro de su estancia para abismarse más profundamente en sus ideas.

Don Luis, cuando iba a ser clérigo, estuvo en su papel no defendiendo a Pepita de los groseros insultos del conde de Genazahar, sino con discursos morales, y no tomando venganza de la mofa y desprecio con que tales discursos fueron oídos.

Mientras Pepita discurría así allá en su mente, y resolvía con tanto tino sus negocios del alma, don Luis bajó hasta el zaguán, acompañado por Antoñona. Antes de despedirse dijo D. Luis sin preparación ni rodeos: Antoñona, que lo sabes todo, dime, quién es el conde de Genazahar y qué clase de relaciones ha tenido con tu ama. Temprano empiezas a mostrarte celoso.

Palabra del Dia

godella

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