Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de junio de 2025


Llegando el que cantaba a este punto, le pareció a Dorotea que no sería bien que dejase Clara de oír una tan buena voz; y así, moviéndola a una y a otra parte, la despertó diciéndole: -Perdóname, niña, que te despierto, pues lo hago porque gustes de oír la mejor voz que quizá habrás oído en toda tu vida.

Y las mujeres estaban contentas, porque cuando el ruiseñor cantaba, sus maridos y sus hijos no bebían tanto vino de arroz. Y se olvidaban del canto los pescadores cuando no lo oían; pero en cuanto lo volvían a oír, decían, abrazándose como hermanos: «¡Qué hermoso es el canto del ruiseñor

El ministro anglicano en ciernes, que había hecho en Jamaica sus estudios teológicos, era un gran calavera de excelente carácter, generoso, expansivo y servicial. ¡Pero qué de truhanerías! Bailaba, bebía, jugaba, gritaba, cantaba y se divertía ruidosamente de todos los modos posibles, mas bien como un estudiante parisiense ó alemán de vida pecaminosa, que como un candidato para la Iglesia.

Allá en el Vivero los convidados habían puesto a mal tiempo buena cara, y mientras en el palacio viejo los curas rurales, el Marqués, y algunos otros señores de Vetusta jugaban al tresillo a primera hora y más tarde al monte, que llamaba el clero del campo la santina, en la casa nueva todas las damas y los caballeros que habían querido correr por los prados en la romería, procuraban divertirse como podían y se bailaba, se tocaba el piano, se cantaba y se jugaba al escondite por toda la casa.

La compañía de García Delgado cantaba el himno nacional y representaba la Flor de un día, de Camprodón. ¡Oh, Flor de un día! ¡Oh, Pavón del teatro dramático español! ¿Por qué mi fantasía excéntrica te ve desaparecer en el pasado, en la misma tumba que tragó los miriñaques y el peinado de bananas? ¿No era Lola la más encantadora y la más romántica de las mujeres? ¿No tenía Diego el contorno poético del amante y el Marqués de Montero la estampa grave de un barítono de zarzuela triste?

¿Qué tienes, hombre? ¿qué haces aquí? te estoy llenando de polvo la ropa nueva.... Don Fermín salió del comedor. Entró en el despacho. Teresina hacía la cama del señorito. No le oyó entrar porque cantaba y la hoja del jergón sacudida le llenaba de estrépito los oídos. El señorito como huyendo, salió del despacho también. Salió de casa.

El episodio del guante fue prólogo de otros conmovedores sucesos. Al día siguiente la corista tuvo que ponerse, por razón de una de las obras en que cantaba, el más caprichoso traje que imaginarse puede.

Esta era una gran música y tocaba el piano admirablemente; de voz andaba tal cual. Su hija la tenía penetrante y bastante desagradable, pero sabía cantar. El Sr. de Trujillo, esposo y papá respectivamente de las mencionadas damas, intendente de ejército, ni tenía voz ni sabía cantar, pero cantaba.

Joaquinita se extendió bastante a relatarme los pormenores de la pasión del comandante. Aunque envuelto en frases muy lisonjeras para éste, pude adivinar cierto rencor en su relato, y alguna fruición al compadecerse de su malandanza. Nos interrumpió la voz de una señorita pequeña, chatilla, regordeta, que colocada frente al piano cantaba el rondó final de Lucía. No hubo más remedio que escucharla.

Sus ojos amorosos se fijaban en las cincuenta princesas mediterráneas, las Nereidas, que tomaban sus nombres de los colores y aspectos de las olas: la Glauca, la Verde, la Rápida, la Melosa... «Ninfas de los verdes abismos, de rostros frescos como el botón de rosa; vírgenes aromáticas que tomáis las formas de todos los monstruos que nutre el mar», cantaba el himno orfeico en la ribera griega.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando