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Actualizado: 27 de julio de 2025


Ayer me dijo que nuestra familia desciende de Vivarais, y que una joven de Roys tiene aún como heredera de la rama principal de la casa el feudo de Rubec, en Montfaucon. Después de la actual poseedora, este feudo debe pasar a mi madre: acaso entonces pueda vivir con más desahogo. Por falta de recursos se ha visto obligada a suprimir la camarera, y a su edad esto es muy penoso.

La camarera mayor de la Reina remitió a la abadesa de Santa Cruz la prohibición de conservar en su convento a Isabel de Arcos, y la orden de partir al instante con ella para Madrid. Ambos mandatos fueron obedecidos al pie de la letra. El mismo día, el duque de Carvajal recibía del ministro una orden en que se le mandaba presentarse en la corte para dar explicaciones de su conducta.

Mas cuando el alabardero de guardia a la puerta de la Saleta dio el golpe de alabarda que anuncia la llegada de un Grande de España, crecióse el orgullo de Currita, despertó de nuevo su energía, y armada de toda su audacia atravesó la antecámara y penetró en la cámara misma, dispuesta a comenzar la batalla, creyendo encontrar allí a la camarera mayor o al gentilhombre de servicio, o quizá a todos juntos.

¡Jesús, señor! exclamó la duquesa, que á cada momento estaba más inquieta. Como que sois muy grande amiga de Lerma. Yo... señor... contestó con precipitación la camarera mayor cuando se trata del servicio de mis reyes... Seguid oyendo... «os tienen separado de la reina: es necesario que este estado de cosas concluya...» Dejó el rey de leer.

Vais á juzgar dijo el rey continuando la lectura : «pero lo que no conseguiríais del duque de Lerma ni de la camarera mayor...» ¡Oh, Dios mío! exclamó la duquesa : perdóneme vuestra majestad si le interrumpo, pero... me parece que el que ha escrito esta carta me cuenta entre el número de los traidores. ¿Quién dice eso? y aunque lo dijesen, ¿creéis que yo me dejaría llevar de carteles misteriosos?

La reina se estremeció. El padre Aliaga se cubrió de sudor frío. Pero la reina no se detuvo; dió dos palmadas, y se abrió la puerta de la cámara. Apareció la condesa de Lemos, que, por enfermedad de la duquesa de Gandía, desempeñaba accidentalmente las funciones de camarera mayor, como primera dama de honor.

Algunos minutos después llegaba el inspector general a la verja de hierro, llamaba en ella y preguntaba por la señora Liénard, atravesando luego los caminillos, guiado por la jardinera que le dejó a la entrada de la casa donde esperaba una elegante camarera, la cual le introdujo en un salón de la planta baja. ¡Ah! señor, ¡cuánto le agradezco que haya cumplido su promesa!

¡Ah, ! dijo suspirando la condesa. ¿Pero supongo que no cederéis á la tentación? Necesario es que yo me acuerde de lo que soy y de donde vengo, para no echarlo todo á rodar: ¡escribirme á esta carta! Y la condesa estrujó entre sus pequeñas manos la carta que la había devuelto la camarera mayor. ¡Y si este hombre estuviese enamorado de , sería disculpable! pero lo hace por venganza.

Quevedo observó. Un gentilhombre estaba respetuosamente descubierto delante de doña Catalina. ¿Conque es decir que la señora camarera mayor dijo la de Lemos se ha puesto tan enferma que se ha retirado? Y os suplica que la reemplacéis, noble y hermosa condesa. Muy bien; retiráos. ¿De todo punto?

Tomad, doña Catalina dijo la camarera mayor ; será necesario que os encarguéis vos misma de llevar esta carta á vuestro padre. ¡Yo... misma...! contestó con altivez la de Lemos. Menos arriesgado es esto que lo que queríais hacer por vengaros de don Rodrigo. Pero tengo mis razones... no quiero mezclarme para nada en estos negocios directamente... Pero hay un medio.

Palabra del Dia

buque

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