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Actualizado: 27 de junio de 2025


La duquesa tuvo alguna sospecha de Mme. de Genlis, y la despidió de su servicio, encargando al mismo tiempo a Mme. de Roys fuese a un convento de Suiza en busca de la señorita de Orleans, donde se encontraba recogida. Esta princesa, conocida después por el nombre de madame Adelaida, era muy joven, hermosa y excelente de corazón.

Mme. de Roys, su esposa, segunda aya de los hijos del duque, fue favorita de aquella bellísima y virtuosa duquesa de Orleans, que la Revolución respetó a pesar de haber destruido su palacio y de haber mandado sus hijos al destierro y su marido al patíbulo. M. y Mme. de Roys habitaban en el palacio real durante el invierno y en el de Saint-Cloud los veranos.

Los hombres de Estado, los literatos y los filósofos de su tiempo vivían en la sociedad de Madame de Roys, distinguiéndose entre todos ellos al más inmortal, a Juan Jacobo Rousseau. Aunque mi madre era muy religiosa, conservaba cierta tiernísima veneración por este grande hombre; sin duda porque veía que a más de su gran genio, atesoraba un generoso corazón.

Muerto el duque de Orleans, o mejor dicho, ejecutado Felipe Igualdad, la familia de éste huyó de Francia, y Mme. de Roys se consagró con el mayor cariño a la viuda duquesa de Orleans, hija del duque de Penthievre. Largo tiempo vivió esta desgraciada familia en España.

Ayer me dijo que nuestra familia desciende de Vivarais, y que una joven de Roys tiene aún como heredera de la rama principal de la casa el feudo de Rubec, en Montfaucon. Después de la actual poseedora, este feudo debe pasar a mi madre: acaso entonces pueda vivir con más desahogo. Por falta de recursos se ha visto obligada a suprimir la camarera, y a su edad esto es muy penoso.

Saint-Cloud había sido para ella su Milly, su cuna, el lugar en el cual todos sus primeros pensamientos e impresiones habían germinado, florecido, crecido y vegetado con las exuberantes plantaciones del magnífico parque. Los personajes que tuvieron más resonancia durante el siglo XVIII, quedaron en su memoria profundamente grabados. Mme. de Roys, su madre, fue mujer de gran mérito.

He aquí el retrato de mi madre, tal como está trazado en las primeras páginas de las notas confidenciales de su vida. Alicia de Roys, tal fue el nombre de mi madre, hija de M. Roys, director general de la hacienda del señor duque de Orleans.

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