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Actualizado: 26 de junio de 2025
Polus, actor griego, cuéntase que, representando Electra, de Sófocles, sacó a escena la urna con las cenizas de su propio hijo, porque el sentimiento de su dolor fuese sincero y comunicativo. De seguro don Guillén, al representar aquella tarde el drama del Calvario, había conducido en la urna recóndita del corazón las cenizas de su propia vida; cenizas ardientes aún.
No sé si herida en la raíz de tu virtud serena, mi audacia fácil añadió otra pena al calvario de penas de tu vida. Llorabas y reías. De tu boca, rojo nidal de sierpes del deseo, fluían en suspiros mil encantos... ¡Qué loco eres! dijiste. Y yo, ¡qué loca! Pero en medio de tanto devaneo, ¿lo recuerdas aún? fuimos dos santos. Julio, 1920. ESPA
666 Si alguna falta cometo la motiva mi inorancia; no vengo con arrogancia y les diré, en conclusión, que trabajando de pión me encontraba en una estancia. 667 El que manda siempre puede hacerle al pobre un calvario; a un vecino propietario un boyero le mataron, y aunque a mí me lo achacaron salió cierto en el sumario.
Cada pueblo del tránsito le parecía una estación de calvario para su estómago hambriento; recordaba las aldeas por lo que había comido, o mejor dicho, por lo que había ayunado; aquí habían dado por toda comida un caldo de berzas, allá por cena una colación de verduras cocidas; y para colmo de desdichas, estaba alojado en Estella en casa de unas viejas solteronas y por la mañana le daban chocolate con agua, por la tarde cocido, y de noche una sopa de ajo infame.
Stein, al llegar al Calvario, desahogó la aflicción que le oprimía, dirigiendo una ferviente oración al Señor del Socorro, cuyo benigno influjo se esparcía en toda aquella comarca como la luz en torno del astro que la dispensa. Rosa Mística estaba en su ventana cuando los viajeros atravesaron la plaza del pueblo.
A diferencia de Caracas, que ostenta su Calvario y su linda plaza Bolívar, Bogotá no tiene paseos de ningún género. La plaza principal es un cuadrado de una manzana, sin un árbol, sin bancos, frío y desierto, algo como nuestra antigua plaza Once de Septiembre. En el centro se levanta una pequeña estatua del Libertador, de pie, de un mérito artístico excepcional en esa clase de monumentos.
La cruz del Calvario y la capilla del Señor del Socorro desaparecieron a su vez. Después, la gran masa del convento pareció poco a poco hundirse en la tierra.
Se nota en todos los trabajos del Calvario la ausencia completa de un plan preconcebido; parece que se han ido trazando caminos a medida que las desigualdades del terreno lo permitían.
Conozcamos, hermano mío carísimo, nuestra fortuna, la cual estoy por decir que es la mayor de cuantas Dios puede conceder á sus escogidos. ¿Y qué? ¿Por ventura es cosa de poca monta vivir desconocido, y si tengo de decir la verdad, despreciado de todos, ó á lo menos poco estimado? ¡Oh, afortunados nosotros, si de cosa tan grande fuéramos participantes! ¡Ánimo, hermano mío muy amado! ¡aliento, vamos, vamos! mas ¿dónde? á las Indias, esto es, al Calvario. ¿A qué fin?
Mis lectores saben que todos los pueblos han tenido plaza de la Greve, su horca y su verdugo, su argolla de hierro: la castracion en casi toda el Asia primitiva; la concha del ostracismo en Grecia; el monte Taygeto en Esparta; el monte Calvario en Judea; la roca Tarpeya en la Italia antigua; el Santo Oficio en la Italia moderna; la Bastilla en Paris.
Palabra del Dia
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