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«Bien merecido me lo tengo declaró en un arranque de dolor combinado con la rabia , porque los dos hemos sido malos; pero yo he sido más mala que ... yo dejo tamañitas a todas... ¡Dios, con la que yo hice!, ¡portarme como me porté con aquella familia! me decías que no era nada, cuando yo me ponía triste... pensando en lo que había hecho, , y te reías... te reías».

La idea de que entre dos seres que habían sido el uno del otro no existiera ya nada, nada; de que yo era peor que un extraño para ella, no encontraba cabida en mi mente. Y la voz secreta me decía: «Antes, creías que el amor fuera el encuentro fugaz de dos caprichos, antes te reías de los lazos indisolubles...»

Para no creer en esa horrible cosa, me decía: «¡Piensa con tanta elevación, que nunca lo hará!» Y una voz interior me contestaba: «¿Ahora crees en aquella altura moral de que antes te reías, antes me reía. ¡Y todavía no creía en ella!

Si es todo un caballero formal declaró la señorita dándole un beso en su cara sucia que aún olía a la endiablada pintura . ¿Cómo estás hoy tan serio y ayer te reías tanto y me enseñabas tu lengüecita? Estas palabras rompieron el sello a la seriedad de Juanín, porque lo mismo fue oírlas que desplegar su boca en una sonrisa angelical.

... pero... Repito que te reías... ¡pero cómo!, a carcajadas, llamándome simple y qué yo qué... Bien, bien; bastante hemos hablado... Te vas, pues muy santo y muy bueno. Lo sentiré; calcula si lo sentiré... pero ya me iré consolando. No hay mal que cien años dure. ¡Aire, aire! Se limpiaba rápidamente las lágrimas, fingiendo una fortaleza que no tenía.

No si herida en la raíz de tu virtud serena, mi audacia fácil añadió otra pena al calvario de penas de tu vida. Llorabas y reías. De tu boca, rojo nidal de sierpes del deseo, fluían en suspiros mil encantos... ¡Qué loco eres! dijiste. Y yo, ¡qué loca! Pero en medio de tanto devaneo, ¿lo recuerdas aún? fuimos dos santos. Julio, 1920. ESPA

Ya sabes lo que creía antes de ti y de tu hijo. misma reías, encontrando graciosos tales errores... Ahora, el equívoco continuará con mayor razón. Muchos se imaginan que has sustituido al joven que murió con otro joven. Alicia perdió su triste serenidad. ¡Qué infamia! dijo . ¿Cómo pueden creer eso? ¡Pobre Martínez!... ¡Tan bueno! ¡tan respetuoso!