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Actualizado: 16 de junio de 2025


El órgano había callado. Levanté la frente, y quise huir..... Pero ya era de noche, y las tinieblas me rodeaban. Llegó en esto mi amigo, y me sacó de la Catedral. Una furiosa tormenta estaba descargando sobre Toledo..... Pero se acercaba la hora de partida del tren, y tuvimos que salir á escape entre la granizada y el huracán, como almas que se lleva el diablo.

Nada de eso respondí riendo. Vaya, vaya, ya se ha callado usted; si no, me levanto y le dejo en poder de la madre, que se encargará de ponerle menos alegrito. ¡No, por Dios! Pues callando. Dígame usted cómo se llamaba antes de ser religiosa. ¿Para qué quiere usted saberlo? De todos modos, no puede llamarme de ese modo, ni yo puedo responderle.

Cardenio y Dorotea se lo agradecieron, y acetaron la merced que se les ofrecía. El barbero, que a todo había estado suspenso y callado, hizo también su buena plática y se ofreció con no menos voluntad que el cura a todo aquello que fuese bueno para servirles.

¿Con que yo lo soy para ti? añadió ¿con que has sufrido y has callado y has mentido, como yo he sufrido, mentido y callado? ¿con que por una obcecación mutua hemos estado a punto de ser los más desgraciados de la tierra? ¿Pero ese hombre? ¿ese hombre a quien amas? ¿es imposible de tu deseo?...

El hombre, callado, parecía participar de la desconfianza de su mujer. Pero, vamos a ver recomenzó mi tío, ¿les parece que soy muy viejo para mi mujer, no es verdad? ¡Ah! no es eso solamente dijo el paisano, con cierta inocencia; es que aquí ha venido la señora con otro señor, y nosotros hemos creído que ese era su marido.

Esa es, en fin, materia sagrada, y nadie las mueva, que estar no pueda con Roldán a prueba. Pero, señor, nunca se ha ahorcado a nadie por decir que Fulano es mal cómico. Lo que se ha hecho, señor Bachiller, y lo que se hará, mejor se está callado. Se reclama, se apela... Señor Munguía, quiero contarle a usted un cuentecillo, y es caso ocurrido no ha muchos meses en un lugarcito de las Batuecas.

Dígame usted que no aborrecerá mi memoria. Roberto Vérod seguía callado; pero en ese momento no hablaba porque una emoción violenta se lo impedía. Muy doloroso sería para mi corazón el verse perseguido por el odio de usted. A tal punto llegó usted a ser parte de ella, que una palabra suya de bondad me sostendría en el cumplimiento del deber que me he impuesto...

Al oir el estupendo desenlace de tan extraña aventura, cuantos había en el corro prorrumpieron en una ruidosa carcajada, mientras uno de ellos dijo al narrador de la peregrina historia, que era el único que permanecía callado y en una grave actitud: ¡Acabáramos de una vez!

Yo, indignado, le daba nuevos cartuchos, pilas de monedas de medio real envueltas en papel. Ya estaba vacía la maleta... La turba continuaba rugiendo insaciable. Más ¡vuestra señoría! suplicó Sa-Tó. ¡No tengo más, criatura! ¡El resto está en Pekín! ¡Oh, Buda santo! ¡Perdidos! ¡Perdidos! exclamó Sa-Tó, doblando las rodillas. El populacho, callado, esperaba aún.

Quédate con tu secreto que te acredita de juiciosa, y no se hable más de esto hasta que lo desees. A con lo callado me basta. Un beso ahora para sellar las paces, y adiós. Se adivinan la temperatura del beso y la calidad de la sonrisa con que despidió Nieves a su padre.

Palabra del Dia

cabalgaría

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