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Actualizado: 6 de julio de 2025
Yo admiro mucho al Dante; pero no puedo menos de creer que sólo están indicadas en su poema las teologías y las filosofías que con mayor amplitud, claridad, fundamento y orden pueden estudiarse en San Anselmo, San Bernardo, Pedro Lombardo, San Buenaventura, Santo Tomás de Aquino y otros doctores de la Edad Media.
El demonio anhela con furia tragarse las aguas puras del Jordán, que son las personas consagradas a Dios. Contra ellas se conjura el infierno y desencadena todos sus monstruos. San Buenaventura lo ha dicho: «No debemos admirarnos de que estas personas pecaron, sino de que no pecaron». Yo, con todo, sabré resistir y no pecar. Dios me protege. 6 de Junio.
El P. Fray Salvador Fornari, Lector de Teología en Santo Domingo y los Padres Fr. Juan Gazá y Fray Juan Roig, ambos Lectores de Teología, de San Francisco de Asís. A Miguel Martí del Arpa. El Doctor Rafael Busquets, Beneficiado en la Catedral. El Reverendo P. Fray Buenaventura de Zaragoza, Guardián de Capuchinos &c. El Reverendo P. Fr. Mateo Orfila, Franciscano &c. El P. Gabriel Coll, Jesuita.
Cuando en 1840 fué derribado el convento de san Francisco, se trasladaron los hermanos al templo de san Ildefonso, y de allí fueron más tarde al de San Buenaventura, donde todavía y anualmente organizan algunas misiones por los pueblos de la provincia misma, que por lo general, pasan inadvertidas y en nada consiguen llamar la atención.
Parrón vive, y aquí entra lo más negro de la presente historia. Pasaron ocho días sin que el capitán volviese á verme. Según pude entender, no había parecido por allí desde la tarde que le hice la buenaventura; cosa que nada tenía de raro, á lo que me contó uno de mis guardianes. Ello es que nosotros no sabemos nada de lo que hace durante sus largas ausencias.
Vio al marqués de Fúcar, que había vuelto ya de Biarritz, orondo, craso, todo forrado de billetes de Banco; a Onésimo, que solía mirar como suyo el Tesoro público, a Trujillo el banquero, a Mompous, al agente de Bolsa D. Buenaventura de Lantigua, y otros. De estos poderosos, unos la conocían, otros no; alguno de ellos habíale dirigido tal cual vez miradas que debían de ser amorosas.
Oyó esto un escudero de brazo de la señora doña Clara, que allí estaba, de luenga barba y largos años, y dijo: ¡Por Dios, tan linda es la Gitanilla, que hecha de plata o de alcorza no podría ser mejor! ¿Sabes decir la buenaventura, niña? De tres o cuatro maneras respondió Preciosa.
Soledad se hará mansa como una gatita mimosa y te querrá como á las niñas de sus ojos... El majo, que los recordó en aquel momento ¡tan negros, tan brillantes! sintió un estremecimiento de dicha y en un rapto de entusiasmo abrazó á la maga y quiso darle uno de los anillos que llevaba en los dedos; pero no aceptó el regalo; estaba contenta con descubrirle su buenaventura.
La vieja Carja prosiguió mi camarada , por muy dulzaina que se muestre para conmigo, siempre me es de mal agüero desde que el otro día, diciéndome la buenaventura cierta gitanilla que conoces, me vaticinó que mis gustos se me habían de aguar por manos viejas; pero en el asunto que ahora trato no sé qué mal pueda inducirme.
Mientras los hombres hacían sus trampas en el campo de la feria, ellas corrían las casas echando las cartas, diciendo la buenaventura, ofreciéndose las más viejas a curar las enfermedades con remedios misteriosos, transmitidos de madres a hijas desde la más remota antigüedad. Las dos primeras ferias eran en San Juan: las de Segovia y Avila. Luego venía la famosa de Alcalá, en el mes de Agosto.
Palabra del Dia
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