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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Entretanto el Zocodover hervía de muchedumbre desde las primeras horas de la mañana. La nueva de que una bruja morisca, dotada por el Demonio de asombrosa hermosura, sería condenada en el auto de fe de aquel año llegó en pocos días a los más escondidos lugarejos de los contornos, y no faltaron peregrinos que contaran por las ventas la historia de la conspiración y del mancebo renegado.
Si vuelves á llamarme bruja, se lo diré á ella, y perseguirá tu buque con una tempestad. Atrevesando la plaza del mercado regresó la niña junto á su madre y le comunicó lo que el marino le había dicho.
Este adivinó los pensamientos de la abuela. ¡Alma endurecida por la codicia! ¿Y su tesoro? ¿Iba a abandonarle fingiéndose pobre, cuando todos los de la busca hablaban de su riqueza?... La Mariposa rió con una expresión de bruja burlona. ¡Mi tesoro! ¡Ya salió mi tesoro! ¿También tú vienes por él?... Te han engañado, Isidrín; mil veces te lo he dicho.
Había caído trabajo extraordinario ¿eh?... De seguro que el día anterior, al ir a Jerez, había ganado algunas pesetillas diciendo la buenaventura o proporcionando polvos mágicos a las chavalas que se quejaban del desvío de sus amantes. ¡Ah, vieja bruja! Parecía imposible que tuviese tanto pesquis con una cara tan fea...
¿Y ahora? ¿Qué dices ahora, Zapaquilda? ¿Dónde están esos hígados? ¿Dónde esas manos? Anda, bruja, pide perdón; si no, te dejo caer como una rana bramaba el cazurrón, zarandeándola en el aire. ¡Déjame, Manín! ¡Déjame, burro! ¡Habrá cochinazo! ¡Mira que grito! Al fin la puso delicadamente en el suelo.
Este compañero era el que había ido a buscarle al antro de la bruja.
No le pesó a mi amo del alboroto, porque se quedó con los dineros, y aplazó para otro día y en otro hospital lo que en aquél había faltado. Fuése la gente maldiciendo a la vieja, añadiendo al nombre de hechicera el de bruja. Con todo esto, nos quedamos en el hospital aquella noche; y encontrándome la vieja en el corral solo, me dijo: "¿Eres tú, hijo Montiel? ¿Eres tú, por ventura, hijo?"
Su sombra en las sombras de la pared, parecía ahora la de una bruja gigantesca; otras veces, multiplicándose por los saltos de la llama y por los saltos y contorsiones de la vieja, figuraba todo el infierno desencadenado; había momentos en que la sombra de la señorita de Ozores tenía tres cabezas en la pared y tres o cuatro en el techo, y se diría que de todas ellas salían gritos y alaridos, según lo que vociferaba doña Anuncia sola.
Bien sé que esto me matará dijo ella. ¿Pero qué importa? Mi vida poco vale. Eso es mejor que hacerlo desgraciado. La fiebre es la que te hace hablar así, Marta exclamé, pues no te creo tan tonta como para dejarte hechizar por los melindres de esa vieja bruja. Siento demasiado que dice la verdad dijo ella.
Elige pronto: la bruja o yo...; pero luego no me vengas a casa babeando. ¡Cállese usted, so chupacharcos! gritó Frasquita, lívida de puro encorajada. ¿Escuchas?
Palabra del Dia
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