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Actualizado: 12 de junio de 2025
La infeliz joven puso el nene a su lado, mostrando menos desconfianza; pero le rodeó con su brazo en ademán de protección. «¿Pero me le quitará?... Diga si me le quería quitar... Fuera bromas. Lo que usted me diga lo creeré». Muchas gracias, amiga mía... Me toma por ladrona de chiquillos. No sabía yo que soy bruja... No; es que... verá. Yo pensaba que me lo iban a quitar, por lo mala que he sido.
Estaba inquietísima, dando vueltas en la cama. El hijito pidió y tomó el pecho; pero no debía de encontrar muy abundante el repuesto, cuando a cada instante apartaba su boca, chillando desesperadamente. A sus gritos de necesidad y desconsuelo, uníanse los de su madre, que decía: «Hijo de mi alma... qué, ¿no hay?... Esa, esa bruja ratera tiene la culpa; ella te lo ha quitado.
La graciosa morenita hizo un gesto desdeñoso y se volvió hacia su amiga sin dignarse responder. ¿Qué dice esa bruja? le preguntó aquélla. Que nos parecemos en la historia. ¿Y por qué dice eso? ¡Qué sé yo! replicó con enfado Flora. El corro de mujerucas, mientras tanto, reía.
Y como la bruja aquélla tenía tanta confianza con el señor de la casa, permitiéndose tratarle como á igual, se llegó á él, le puso sobre el hombro su descarnada y fría mano, y le dijo: «Nunca aprende... Ya está otra vez preparando los trastos de ahorcar.
Necesitaba hablar cuanto antes para romper el maleficio mudo de esta hermosa bruja, que, convencida de su triunfo final, le enviaba sonriendo las bocanadas de humo de su cigarrillo. Y Miguel aludió á la fama amorosa de ella, al gran número de amantes que le atribuían, como si con esto pudiera crear una honda separación entre los dos.
He aquí a la mañana amanece a mi cabecera la huéspeda de casa, vieja de bien, arrugada y llena de afeite, que parecía higo enharinado, niña si se lo preguntaban, con su cara de muesca, entre chufa y castaña apilada, tartamuda, barbada y bizca y roma; no le faltaba una gota para bruja.
La tía Jeroma, madre de nuestro diputado Bartolo; la tía Brígida, su prima hermana y madre del prudente Quino; Elisa, joven de veinticinco años, recién casada, con temperamento y aficiones de vieja, y que por tenerlas todas hasta fumaba como ellas cigarrillos envueltos en hojas de maíz; por último, la vieja Rosenda, una mujer que vivía sola en un hórreo y que algunos tenían por bruja.
Sí le dijo, le conozco, y sé donde está; te llevaré 150 allá. Vive preso en un palacio con una vieja bruja y su hija. La hija quiere casarse con él. Nadie puede verle y él no puede ver a nadie. Duerme bajo siete llaves. La madre del Poniente dió a la niña una taza de oro para vender en caso de necesidad. 155
Si al mismo tiempo ataba un hilo encarnado alrededor del dedo gordo del pie del niño, éste quedaba libre de la hidropesía del cerebro. Había además en Raveloe unas mujeres que habían usado unas almohadillas de la bruja, atadas al cuello, lo que dio por resultado que nunca tuvieran un hijo idiota como el de Ana Coulter.
El viejo linajudo también reconoce aquellas sombras. El Morcego, la coima, y un loco que se llama Fuso Negro. ¿Qué trasgo o qué bruja os ha convocado aquí? La luna.... Buscamos los tesoros de una gran nave que venía no se sabe de dónde.... Un gran bergantín, que naufragó en la mar de Corrubedo.
Palabra del Dia
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