Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
Pero el maestro cortó con cierta precipitación estas profecías del aficionado. Con permiso, dispénsame; ahora mismo güervo. Y salió del cuarto, dirigiéndose a una puertecilla sin número, en el fondo del pasillo. ¿Qué traje pongo? preguntó Garabato con voz que aún parecía más bronca por el deseo de mostrarse sumiso. El verde, el tabaco, el azul, el que te dé la gana.
Al lado del joven daba salida el albañil a su lenta verbosidad, con voz bronca y monótona. No podía hablar con los compañeros de trabajo; estaba en desacuerdo con ellos; le insultaban por reaccionario, por borrego, echándole en cara sus tiempos de guardia civil.
Váyase usted noramala. Tome usted para el billete de la señora. Diciendo esto, introdujo la diestra en el bolsillo de su americana, y sacó unos papeles grasientos y verdosos, cuya vista despejó al punto el perruno entrecejo del empleado, que al recibir el billete bajó dos o tres tonos el diapasón de su bronca voz.
La bronca en mi obsequio amenazaba ser mayúscula. Con todo, detrás de mí, los criados no cesaban de reír. El conde había vuelto la cabeza, dirigiéndoles una mirada severa; pero sus carcajadas reprimidas me humillaban más que las francas. ¿Qué tal los toros? les preguntó un cochero al cruzar a nuestro lado. ¡Finos, finos! Hay uno negro, zaino, de mucho cuidado.
¡Cía!, ¡cía firme! dijo la bronca voz del patrón . Echa esa beta al agua, Manuel... No asustarse, señores, que no es nada... ¡Ciar más!... Basta... Agárrense ustedes a la beta... Ya no hay cuidado... La confusión fue muy grande en el primer instante.
Echando a correr hacia la escalera con gran presteza, pronto desapareció. Sor Facunda habló con las otras madres. Fortunata, que pocos días antes fue trasladada al dormitorio en que estaba Mauricia, vio que esta se había acostado vestida y descalza. Acercose a ella y por su bronca respiración creyó entender que dormía profundamente.
A las dos semanas de aquellos dimes y diretes, de tanta bronca y de tanto escándalo entre los hermanos Izquierdo, y entre Izquierdo y el picador, y tía y sobrina, se reconciliaron todos, y se acabaron las riñas y no hubo más que finezas y apretones de manos. Sí que es particular. ¡Qué gente! El pueblo no conoce la dignidad. Sólo le mueven sus pasiones o el interés.
LAFRIPE. ¡Maldita sea...! ¡Buena la he hecho! ¡Me va a echar una bronca...! LORENZA. ¿Qué desea usted decirle? Voy a verlo dentro de un rato. LAFRIPE. Yo soy quien le pone sus esbozos en cuadrícula. ¡Hay que vivir...! Me había citado aquí; pero me he entretenido jugando a la malilla... ¡Hola, Cornu...! LORENZA. ¡Si puedo servirle en algo...!
La copla y la voz, levemente bronca y temblorosa, de la hermana me hicieron una impresión tan viva, que sentí removidas todas las fibras de mi corazón, me pasó un frío extraño por el cuerpo y las lágrimas se me agolparon a los ojos, costándome gran trabajo no darles salida.
Respiraba como el fuelle de una fragua, y siempre tenía tos; pero una tos tan bronca y sofocante que, cuando le daba el acceso, se quedaba mi hombre cabeceando y todo encendido; creeríase que iba a reventar, y el ojo rotatorio se le echaba fuera, mientras el apagado se escondía en lo más hondo de la órbita.
Palabra del Dia
Otros Mirando