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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Era un hombre de edad, de aspecto tosco y formas colosales. Su rostro tostado por el sol, estaba coronado por una espesa y bronca cabellera cana; su pecho, rojo como el de los indios del Ohio, estaba cubierto de vello.
Y una voz bronca, debilitada por el dolor, como si viniese de lo más profundo de los pulmones, gemía entre suspiros, con un acento que recordaba a Carmen su tierra: ¡Virgen de la Soleá!... Creo que me he roto argo. Mire bien, dotor... ¡Ay, mis hijos! Carmen se estremeció de espanto. Elevaba sus ojos a la Virgen, extraviados por el miedo.
¿Qué se le ofrecía a V.? le preguntó sonriendo. El cadete vaciló un instante, puso sus ojos sanguinarios en el suelo y dijo con voz bronca de adolescente que está en la muda: Cabayero, quisiera saber si V. está «en relaciones» con esa chica del número quince... ¿Del número quince? dijo Miguel, más risueño aún. Sí señor, cuarto tercero. Pues en efecto, estoy en muy buenas relaciones; sí señor.
Y después de rasguear y puntear el instrumento con no esperada habilidad, cantó con bronca voz, dirigiéndose á Pepa: Porque te quiero te digo que te registren el novio, porque no está de recibo. La chuscada causó gracia á todos menos á Frasquito, quien sacudió la cabeza malhumorado. Lo estaba también porque la conversación con su suegro tomaba un sesgo bastante desagradable.
Lázaro, que observó largo rato á la dama, notó que lloraba, y que, apartándose de él lentamente, se apoyó en la pared con muestras de gran postración y abatimiento. Pero usted llora dijo, arrepentido de haber hablado tanto y deteniéndola; usted está muy agobiada. ¿Por qué no ha reposado usted? Yo no puedo reposar, yo no puedo dormir murmuró la devota con voz más bronca y grave que de ordinario.
De pronto oyó mugidos, y al resplandor fugaz de los relámpagos creyó entrever un gran tinglado o cobertizo, debajo del cual se movían bultos mugidores, que eran sin duda toros bravos, cabestros, becerros y vacas. Hombre del demonio dijo una bronca voz , ¿qué viene usted a hacer por aquí a estas horas y con esta tormenta tan fuerte?
Servía con indiferencia á la clientela, sin que le interesasen sus palabras y sus himnos. «El no se metía en política.» Habituado á los establecimientos de gente alegre y batalladora, adivinó al hombre que viene á «armar bronca», y quiso amansarlo con su actitud sonriente y obsequiosa. El marino le habló en alta voz.
¡Bronca en el 3! gritaban alegremente .¡Ahora riñen en el 5! Siguiendo el impulso contagioso de las muchedumbres, todos se agitaban y se ponían en pie, queriendo ver por encima de las cabezas de los vecinos, sin poder distinguir otra cosa que la lenta ascensión de los policías, los cuales, abriéndose paso de grada en grada, llegaban al grupo en cuyo seno se desarrollaba la reyerta.
Sólo quiere ir con los señoritos ricos, y las gentes del barrio y toos los probes de Seviya que eran sus amigos y le ayudaron cuando empezó se quejan de él, y el mejor día le van a armar una bronca en la plaza por desagradesío. Aquí entra el dinero a espuertas y no es fácil contarlo. Ni él mismo sabe nunca lo que tiene; pero yo lo veo too.
Palabra del Dia
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