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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Doña Brígida, su inflexible esposa, no quiso concedérselo, sin haberle soltado antes una buena rociada de adjetivos resquemantes, entre otros el de borracho. Don Roque sufrió con resignación el desacato, y no hizo nada de más. En la morada de los Belinchón habían comenzado los preparativos de boda.
Verdad es que él fue atrevido, atrevidísimo... Es tan apasionado, que no sabe lo que se hace... Estaba fuera de sí. ¡Qué ojos, qué fuerza la de sus manos! ¡Pero qué seria estuve yo!... Con cuánta frialdad le despedí..., y ahora me muero porque vuelva... ¡Jesús, acaban de dar las cinco y ya dan las seis! Esto no puede ser. Ese reloj está borracho... Tengamos calma. Siento mucho sueno.
El borracho, avejentado prematuramente, era un barón de Berlín, antiguo capitán de la Guardia imperial, que había perdido al juegos sumas importantes confiadas por sus superiores. En vez de matarse, como lo exigía su familia, se vino á América, rodando hasta lo más bajo. Empezó siendo general en el Nuevo Mundo, y acabó de peón ebrio y mal trabajador.
Fué a la alacena, sacó un plato en que se veían restos de los hojaldres desdeñados por el niño la noche antes, y lo puso delante de Agapo, quien, dejando finezas a un lado, empezó a devorar glotonamente. ¿No estás borracho? preguntó la señora, mirándole a la cara. ¡Oh! no protestó el atorrante. Pablo Aquiles te encontró ayer en un estado deplorable. Era día de la patria... y había que festejarlo.
Los gateras le seguían, acompañados de algunos más; los serenos le dirigían de lleno la luz de sus linternas, y los transeúntes se paraban mirándole alejarse, seguros de que no era difunto ni estaba desmayado, sino simplemente borracho. Subió la calle de la Montera, y preguntó por la calle de Válgame Dios, porque había resuelto dirigirse á Casa de su tío.
Los Miserables, siempre la comedia.... La escena del Convencional, ¿no es eso? don Santos es un borracho insolente que escupiría al Obispo con mucha frescura; don Pompeyo discutiría con Su Ilustrísima si había Dios o no había Dios.... No hay que pensar en ello. ¡Absurdo moverse de aquí! Hubo algunos momentos de silencio.
-Créanme vuesas mercedes -dijo Sancho- que el Sancho y el don Quijote desa historia deben de ser otros que los que andan en aquella que compuso Cide Hamete Benengeli, que somos nosotros: mi amo, valiente, discreto y enamorado; y yo, simple gracioso, y no comedor ni borracho.
Yo me callé, pero cenando le hice beber más de lo justo, acariciándole, mostrándome con él más enamorada que nunca. Don Rodrigo se puso borracho y se durmió como un tronco. Entonces me levanté quedito, fuí á la ropilla, tomé la cartera, la abrí, y encontré en ella cartas de una mujer; de una mujer que firmaba «Margarita.»
Después pensé que se trataba de un borracho; luego, que aquel hombre no estaba arrimado a la reja donde Gloria me hablaba, sino a la de otra ventana. Todo esto en menos de un segundo. Anduve tres o cuatro pasos más y me convencí de que, en efecto, era un hombre, que estaba arrimado a la ventana de mi novia, en la misma posición que yo solía estar.
Era marinero, y cuando estaba en Cádiz y en tierra, venía a casa borracho como una cuba y nos trataba fieramente, a su hermana de palabra, diciéndole los más horrendos vocablos, y a mí de obra, castigándome sin motivo.
Palabra del Dia
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