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Actualizado: 3 de junio de 2025
Había trabajado en las fábricas, había servido á una familia como doméstica, pero al fin sus hermanas le dieron el ejemplo, cansadas de sufrir hambre; y allí estaba, recibiendo unas veces cariños y otras bofetadas, hasta que reventase para siempre. Era natural: donde no hay padre y madre, la familia termina así.
Y extendiendo su brazo, murmuró muy a prisa latines que más bien parecían escupidos que hablados. Desde la puerta dijo ego te absolvo; hizo la señal de la cruz como quien da bofetadas en el aire, y echó a correr, arrastrando el sable y tropezando contra todo lo que se hallaba a su paso. Parecía una bestia recién escapada de la jaula, que busca su libertad entre la muchedumbre.
Aquel valor que él sentía ante una sotana, por la esperanza irreflexiva de que la mansedumbre obliga al clérigo a no devolver las bofetadas, aquel valor desaparecía pensando en los puños de don Fermín. «No había salida. No había más que acabar con él ayudando a Foja, ayudando a Glocester, a todos los enemigos del tirano eclesiástico».
Los clérigos debieron de entender que se habían excedido un poco en la defensa de aquel patriarca, porque dirigían la palabra con semblante humilde tanto a D. Pantaleón como a Moreno. El mismo presbítero gordo vino a decirles que retiraba todas las bofetadas que había dado. Con esto D. Pantaleón se dio enteramente por satisfecho, y no comprendía cómo Moreno se mostraba aún torvo y enojado.
Esto ¿se puede sufrir? Llévale á curar, Bernal. No lo acabes de decir. No queda lacayo en ser 1845 Donde esta mujer está. Bravas bofetadas da. Dos mozas azotó ayer. ¡Ea, ea! Que no es nada. DO
Me ha tirado del pelo, me ha dado de bofetadas y me ha pellizcado los brazos. Mire usted, mire usted qué verdugón me ha hecho. Y remangándose la camisa mostró en efecto en su brazo negro y rugoso una mancha morada. ¡Tanto no; es un exceso! manifestó D. Félix; pero unos azotitos de vez en cuando no te vienen mal porque eres una chica muy coquetuela.
Un día reñimos por un pollo y nos dimos de bofetadas tú y yo. Otro día nos hicimos sangre a fuerza de darnos porrazos y quedamos como dos Ecce-homos.... Después....
Pero lo que excitaba la curiosidad era la joven que había padecido persecución de bofetadas por mi causa. Escruté cuanto pude al través de los pies derechos del jardinillo, que tenía delante, y logré verla en compañía de su novio, limpiándose los ojos con el pañuelo, pero hablando ya tranquilamente.
Yo me quiero ir con mi tía. Si vuelves a nombrar... ¡Mala hermana..., marquesa!...». Pecado hizo burla de su hermana con tanto descaro, que esta hubo de ponerle a raya con dos bofetadas muy bien dadas que, o mucho nos engañamos, se oyeron desde la sala. No era ella mujer que se dejaba embromar de un mocoso, aunque este tuviera los buenos puños y los medianos antecedentes del señorito Rufete.
Trataba á los hombres con la mas noble altivez, alzando el pescuezo, hablando en tan descompasadas y recias voces, y en tono tan altivo, y afectando ademanes tan arrogantes, que á quantos le saludaban les venían tentaciones de hartarle de bofetadas. Era con esto enamorado hasta no mas, y Cunegunda le pareció la mas hermosa criatura de quantas habia visto.
Palabra del Dia
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